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martes, 26 de noviembre de 2013

UN PESO DE MÚSICA, EL RICO SABOR DEL ÉXITO

    Eran los primeros meses de 1966 –bautizado como “Año de la Solidaridad”- y las cosas pintaban bien para mí. Comenzando enero, el Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR) me hizo un contrato en el que decía que yo era “Productor de Mesa”, cargo que, teóricamente, venía siendo una especie de asesor.
    Mis obligaciones consistían en ir por las mañanas al curso de formación de directores de televisión. Durante el resto del día me ocupaba en ser asistente de dirección de dos respetados creadores: Manolo Rifat y Ernesto Casas. El primero triunfaba los martes con su resplandeciente “Música y Estrellas” y Casitas mantenía un alto nivel de realización en su “Álbum de Cuba” de los domingos.
    Por entonces, aún no existía la figura del productor y un asistente era quien se encargaba de llevar pedidos a los departamentos de servicios, citar a los participantes y resolver algunos problemas -los menores-. que ocurrían en el proceso de preparación y realización de un programa. El cargo me daba la oportunidad de completar con conocimientos prácticos, la teoría que me impartían en el curso. O sea, de chocar con la realidad del día a día.

DOS REUNIONES COMO MÍNIMO
    La gestación de un programa musical semanal comenzaba a concretarse en una reunión llamada "de mesa". Generalmente la convocaba el director y se llevaba a cabo una vez al mes. Allí se perfilaban las ideas y líneas generales para los cuatro o cinco espacios del mes siguiente. Participaba el equipo humano responsable: director y su asistente, guionista, escenógrafo, director musical, coreógrafo, asesor (si lo había), y algún invitado que se considerase alguien necesario.
    Quince días antes de cada programa se hacía el colectivo, un encuentro en el que debían estar presentes todos los intérpretes que actuarían y, naturalmente, el director con su núcleo más cercano de colaboradores. Allí se precisaban los temas musicales que se presentarían, se concretaban las llamadas "producciones" (que eran tres o cuatro números que giraban alrededor de una idea central), se concebían las colaboraciones inusuales entre artistas (por ej: una soprano cantando con el Conjunto de Roberto Faz), se señalaban las fechas y horarios de las grabaciones de audio que se harían en Radio Progreso con la Orquesta del ICR y se decidía sobre todos y cada uno de los elementos del espectáculo. De este colectivo surgía la escaleta que servía al guionista para escribir el libreto.
   Imagínense al guajirito que era yo por entonces en una reunión de “Álbum de Cuba” en la que, además de Casas, estaban Esther Borja, Adolfo Guzmán, Ramón Calzadilla, el dúo de las Hermanas Martí, Marta Justiniani, Mario Romeu…
    O en otra, de “Música y Estrellas”, con Rifat, el guionista Orlando Quiroga, el escenógrafo Ignacio Travieso, el dibujante y caricaturista Arístide, la presentadora Eva Rodríguez, el coreógrafo Luis Trápaga y un desfile de destacados artistas como Elena Burke, Meme Solís, Marta Strada, Georgia Gálvez, Las D’Aida, Bobby Jiménez, Los Bucaneros, Luisa María Güell, Los Modernistas, Pacho Alonso, Rafael Lay (de la Aragón), Aurelio Reinoso, Yolanda Brito, Raúl Gómez, Gladys González y Cristy Domínguez…
    Yo era una esponja, absorbiendo experiencias en cada ocasión. Presenciar sus aportes al programa en construcción y el intercambio de ideas de todas estas figuras se convertía para mí en una lección de profesionalismo y maestría. Con algunas ya me había relacionado por haber trabajado con ellas en Radio Progreso o en el Teatro Musical de La Habana. Pero esto era otra cosa. Allí, en aquellos interesantes colectivos, les fui conociendo a lo cortico, tal y como eran lejos de la presencia del público y ellas supieron que yo existía, lo que me sirvió de mucho posteriormente.

Y SURGIERON ALGUNAS AMISTADES
    Aunque yo no era -nunca lo he sido- lo que se llama un farandulero y esto me limitó un poco –o bastante- a la hora de establecer relaciones personales en el mundo artístico, algunas magníficas amistades surgieron de aquellos encuentros de mi época de asistente. Recuerdo con especial satisfacción las siguientes tres: 



      Arístides Pumariega “Arístide”, un tipo de andar lento y mente rápida, artista de una chispeante imaginación, creador del popular personaje "Subdesarrollo Pérez" que tantos problemas le buscó con la censura. Él y yo conectamos muy bien desde el principio. 

    

    
    Eva Rodríguez, buena gente, quien siempre creyó en mí y todavía me piropea en cada entrevista que le hacen. Con Arístide y Eva construí una relación muy linda de compañerismo que se ha mantenido a lo largo del tiempo y las separaciones.


 
 

    Otra amistad especial, que sólo pudo romper su muerte, fue la de Su Majestad la Burke, quien me apoyó en muchas de mis aventuras por escenarios y platós. A la gran Elena la admiré como cantante al punto de que la considero la número uno y la valoré como persona de una extraordinaria humanidad.            




NOYA Y EVA SE LA JUEGAN AL CONFIAR EN MÍ
    José Lino Noya, empleado de CMQ que había luchado en la clandestinidad contra Batista, era en 1966 el marido de la bailarina Cristy Domínguez y uno de los dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de Artes y Espectáculos. Noya fue un tipo formidable que desgraciadamente falleció cuando estaba lejos de aportar a la sociedad toda su capacidad organizativa y el entusiasmo que le caracterizó. Era de esas personas que te hacían creer en la revolución porque trabajaba más que nadie y su ejemplo te provocaba seguirle.
    Él y Eva Rodríguez concibieron la idea de hacer en el Teatro Mella un espectáculo de variedades con un puñado de estrellas, auspiciado por el sindicato, con el objetivo de saludar el Primero de Mayo del 66. Noya, que me había visto trabajar en el Teatro Musical, obvió mi poca experiencia y confió en mí para dirigir aquello, que pintaba como algo de gran envergadura. En su atrevida decisión jugó un papel importante la recomendación que de mi persona le dio Eva.
     El título que le pusimos fue “Un peso de música”, en alusión a lo que costaba la entrada. Lo presentamos durante varios fines de semana de febrero y marzo. Por allí pasaron el Cuarteto de Meme Solís, Luisa María Güell, Bola de Nieve, Las D’Aida, Elena Burke, Juana Bacallao (1), Dandy Crawford, Marta Strada, Los Zafiros, Óscar Martin, Los Bucaneros, los grupos de Fernando Mulens, César Sánchez, Samuel Téllez y Tres más Uno, Ñico Rojas, Teresita Fernández, Los Tadeos, Enriqueta Almanza y Rey Montesinos. Además, hicimos desfiles de modas de los diseñadores Julio Matilla (con las modelos Estela Padrón, Adelfa Borges y Norma Martínez, tres mujeres de estructura impresionante y muy profesionales) y Lilian (con modelos aficionadas, elegidas entre trabajadoras del ICAIC).



                                         Arriba: Bola de Nieve, Luisa María Güell y Marta Strada
                                        Debajo: Teresita Fernández, Los Meme y Juana Bacallao

LA STRADA DESCALZA Y DOS MIMOS SORPRENDENTES
   Marta Strada arrasaba en Cuba por entonces con su fuerte personalidad y un repertorio que incluía cañonazos como “Abrázame fuerte” y “La Mamma”. En “Un peso de música” dio vía libre a aquel tipo de sobreactuación –a lo tragedia griega- que era su marca de fábrica y que los dirigentes de la tele no  veían com simpatía. Y cantó descalza, un pecado imperdonable que le tenían prohibido cometer en TV.
    En el elenco del espectáculo incluimos a una pareja humorística de mimos aficionados que causó sensación: Fidelina González y Simón Escobar. Estoy convencido de que hubiesen llegado muy alto en sus carreras si se hubieran profesionalizado. Pero no lo hicieron.
    Fidelina prefirió ser analista de programas de televisión e investigadora literaria y Simón se dedicó a ser un excelente fotógrafo reconocido internacionalmente y a realizar interesantes películas documentales en la Sección Fílmica de la TV Cubana.

                                                                   Fidelina González y Simón Escobar 



EL BRINCO MÁS LARGO
    “Un peso de música” fue todo un reto para mí. Yo había dirigido, con buenos resultados de público y crítica, la revista de variedades "Buenos días, Drácula" en el Musical de La Habana. En aquella ocasión me sentí arropado por los integrantes de la compañía, mis compañeros de varios años, que eran el grueso del elenco.
    Pero ahora el brinco era más largo ya que debía arriesgarme con artistas muy populares a los que apenas conocía, con individualidades muy definidas que iban a lo suyo y estaba obligado a manejar con sabiduría sus egos para que se sintieran bien.
    Yo sabía que me faltaba experiencia para afrontar este desafío pero me sobrepuse y eché palante haciéndole caso a una voz interior que me decía que era una magnífica oportunidad que me daban y que no podía desaprovecharla.



Eva Rodríguez y Pedraza Ginori en 1966, el año de "Un peso de música".
                     
UNA SONRISA POR FUERA Y OTRA POR DENTRO

    La presentadora fue la entusiasta e incansable Eva. El escenógrafo fue Arístide, que en la creación de diferentes ambientes ajustados a cada intérprete hizo maravillas con el reducido material a su disposición. Noya se encargó de la producción o sea, de solucionar problemas. Y yo asumí el guión y la dirección.
    Estuvimos varios fines de semana llenando –los domingos abarrotando en matinée y noche- el teatro Mella de un público deseoso de divertirse con artistas que estaban en el candelero en aquel momento. Las colas para adquirir localidades eran larguísimas y mucha gente se quedó sin entrar.

    De “Un peso de música” me queda el grato recuerdo de mi primer gran triunfo. De ese cosquilleo que te sacude cuando, colado de incógnito en la platea repleta, compruebas que los asistentes se lo están pasando bien y no se cansan de aplaudir. De saborear esos impagables momentos en que todo el mundo te felicita. De ver que todos los implicados, artistas y técnicos, se sienten parte de algo que ha salido a pedir de boca y se van del teatro con una sonrisa por fuera y otra por dentro. Eso se llama éxito, una sensación de sabrosura íntima que, perdónenme la redundancia, no sólo es indescriptible, sino que, además, no se puede describir.


 
 

El recorte de arriba, a la derecha, corresponde al show presentado los días viernes 25, sábado 26 y domingo 27 de marzo del 66. La crónica que verán a continuación se refiere a dicho espectáculo. 








Por si les resulta difícil de leer, transcribo a continuación su texto: 
El Mundo, martes 29 de marzo de 1966 (página 7)
Presenta el SINTAE programa de variedades
Ofrécese en saludo al Primero de Mayo
por A. M. Monsanto
de la Redacción de EL MUNDO
    “Un peso de música”, que el Sindicato de Trabajadores de Artes y Espectáculos está presentando todos los fines de semana (viernes, sábado y domingo) en saludo al 1º de Mayo, “Día Internacional del Trabajador”, ha convertido al teatro “Mella” (Línea y A, Vedado), en uno de los lugares más concurridos de La Habana.
    En la matinée y tanda del domingo, la amplia, cómoda y acogedora sala del “Mella” resultó pequeña, sin embargo, y numerosas personas se quedaron sin poder presenciar la actuación de los populares y destacados artistas que se presentaron: el Cuarteto de Meme Solís, el grupo musical “Tres más Uno”, “Los Tadeos”, la cancionera Teresita Fernández y Simón y Fidelina, en sus pantomimas. Todo ello con la animación de Eva Rodríguez y la dirección de Pedraza Ginori.
    Tanto en la función de la tarde como en la de la noche, desde mucho (muchísimo) antes de iniciarse éstas, la cola para adquirir las localidades era sencillamente fantástica, lo que demuestra una vez más (ya lo apuntamos en ocasión de “Otro amanecer”, presentado en el Teatro Musical), si lo unimos a las entusiastas y continuas ovaciones que escuchamos después, en el transcurso del programa, que las variedades gustan y apasionan al público. “Ritmos de Berlín”, ¿recuerda?, también constituyó una prueba evidente de ello.
    Por lo que creemos hace bien y actúa muy acertadamente el SINTAE al presentar este tipo de espectáculo, al que debieran estar consagradas dos, por lo menos, de nuestras salas.
    Pero pasemos al espectáculo ofrecido el domingo en el “Mella”. Se inició con la actuación de Teresita Fernández, que fue muy aplaudida en sus canciones, entre ella una muy graciosa titulada “El Gato” (2) que coreó el público. A continuación se brindó un original y simpático desfile de modas, montado por Justa de Armas, con diseños de Lilian y un grupo de modelos del ICAIC; y, cerrando la primera parte, los notables excéntricos musicales “Los Tadeos”.
    En la segunda parte se presentó el Cuarteto de Meme Solís (Meme, Farah María, Miguelito y Raúl) acompañado por el grupo musical “Tres más Uno” que dirige Antonio Romeu, hijo del inolvidable “Mago de las teclas”, Antonio María Romeu. La presencia en el escenario del popularísimo cuarteto, fue acogida con prolongados aplausos de la concurrencia y exclamaciones de admiración. Cada número que interpretó arrancó una cerrada ovación que sólo cesaba cuando sus jóvenes integrantes brindaban otra nueva melodía.
    Meme Solís se ha convertido en un verdadero ídolo de la juventud y también de los mayores, amantes de la música moderna. En ocasión de interpretar “Nuestras vidas”, en maravillosa combinación de voces con Miguelito que cantaba “MI corazón es para ti”, Meme bajó del escenario a cantar junto a los que nos hallábamos en las lunetas y ocurrió algo sorprendente, que demuestra hasta qué punto llega la simpatía por el inspirado compositor y magnífico intérprete: una de las jóvenes que se hallaban en las primeras filas, en un arrebato de emoción, al concluir el artista la canción, se levantó y lo besó en la mejilla.
    Además de los bellos números ofrecidos por el Cuarteto, Meme brindó como solista “Salva”, de su propia creación; Miguelito “Separarnos jamás” y Farah “No tengo edad”. Todos gustaron extraordinariamente y concluyeron sus actuaciones en medio de los aplausos delirantes del público, que se quedó con ganas de seguirlos escuchando.
    Fue muy felicitada la dirección de Pedraza Ginori y la escenografía de Arístide.

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Otra reseña, publicada en abril del 66, corresponde al último fin de semana de "Un peso de música"
La transcripción:
Alcanzó gran éxito "Un peso de música"
    Con un lleno extraordinario (el público invadió totalmente el teatro "Mella") se ofrecieron el domingo las dos últimas funciones del espectáculo de variedades "Un peso de música", presentado por el Sindicato Nacional de Artes y Espectáculos en saludo al Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo.
    Fueron muy aplaudidas en todas sus actuaciones, Bola de Nieve, Elena Burke, que estrenó "Confusión", el cuarteto D'Aida, Luisa María Güell y el combo de Fernando Mulens, que tuvo a su cargo el respaldo musical. 
    Al darse a conocer por Elena Burke que entre los concursantes (3) se hallaba el joven e inspirado compositor Meme Solís, el público lo ovacionó largamente y pidió a coro insistentemente se presentara en el escenario. Meme accedió y acompañó al piano a Elena en "Salva mi amor", una de las más recientes creaciones del autor de "Otro amanecer".
    Estuvo muy bien y gustó mucho el desfile de modas, así como también los números de mímica de Simón y Fidelina y la actuación como animadora de Eva Rodríguez.
    El público premió con sus aplausos al creador del espectáculo Ginori, y expresó su pena al conocer que finalizaba la presentación de esas funciones de variedades. Era deseo de todos (fue opinión que recogimos en el propio teatro) que "Un peso de música" se mantuviera en cartelera indefinidamente, bien en el propio "Mella" o en otra sala, dándose oportunidad así a muchas otras notables figuras, como Gina León, Ela Calvo, Elsa Balmaseda, Daisy Ortega, Los Modernistas y tantos otros valores de nuestra música.  
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Esta crónica apareció en el periódico Granma:
La transcripción:
UN PESO DE MÚSICA en el MELLA
Por OMAR VÁZQUEZ   Fotos GONZÁLEZ
   El Sindicato Nacional de Trabajadores de Artes y Espectáculos (SINTAE) comenzó a ofrecer en el Teatro "Mella" una serie de actividades musicales saludando el Primero de Mayo, a la cual bautizó "Un Peso de Música".
    En "Un Peso de Música", hay todas las semanas un amplio desfile de buenas y populares figuras artísticas, además de la presencia de Simón y Fidelina, dos jóvenes mimos que logran su cometido de hacer reír al público con sus números "El Duelo" y "Juego de Dama". Y un Desfile de Modas, montado por Justa de Armas, con diseños de Lilian y un grupo de modelos del ICAIC. Las actuaciones de esas profesionales modelos que son Adelfa, Estela y Norma.
    Eva Rodríguez, la animadora, que sabe perfectamente bien cómo debe conducirse un espectáculo y con su desenvoltura y su buen hacer es parte importante del éxito del mismo.
    Pedraza Ginori realiza con inteligencia la dirección del espectáculo, sacándole un buen partido al amplio escenario del "Mella", como sucedió con la llegada de Arístide y Eva, en motocicleta y "Los Zafiros", en un pequeño convertible.
    Ginori, en su trabajo, es ayudado por la moderna y funcional escenografía de Arístide, quien también con su presencia en escena ayuda al mejor lucimiento del show.
    Las continuas ovaciones y la masiva asistencia del pueblo constituyen una buena prueba del entusiasmo del público por las variedades, de ahí que "Un Peso de Música" haya convertido el Mella en uno de los sitios más concurridos de "La Habana de Noche", todo lo cual es un notable acierto que hay que acreditarle al Sindicato Nacional de Trabajadores de Artes y Espectáculos.
    "Un Peso de Música" continuará brindándose todos (ERROR DEL PERIÓDICO. Supongo que debió decir: "los fines de semana") con figuras artísticas de primera línea pertenecientes al SINTAE.
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    El siguiente recorte corresponde a una entrevista realizada en 1966 a la compositora Tania Castellanos en la que ésta se refiere a los grandes espectáculos que se iban a presentar en el Teatro de la CTC, con motivo de la re-inauguración de dicha sala, que había sido remozada para servir de sede al XII Congreso de la CTC que se celebraría en el mes de agosto.
    Aquí vemos que, en ese momento, nuestro "Un peso de música" se consideraba adecuado para cerrar una programación de primer nivel que abriría un gran espectáculo de los de "a tó meter" dirigido por un trío de consagrados como Amaury Pérez, Joaquín M. Condall y Manolo Rifat. En las semanas siguientes se presentarían los shows de los grandes cabarets habaneros,  Alicia Alonso y el Ballet Nacional con "El lago de los cisnes" y el Teatro Lírico Nacional con la ópera "Tosca".
    Evidentemente, con "el peso" habíamos dado un gran palo que me había elevado hasta las grandes ligas. Aún no era cuarto bate, pero la distinción de "novato del año" no me la podía quitar nadie. 
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N    O    T    A    S

(1) En la entrada titulada “Anecdotario (1): Enrique Bonne y Juana Bacallao”, publicada en este blog el 9 de mayo de 2013, cuento una jugosa anécdota protagonizada por la enorme Juana en “Un peso de música”.
Éste es el vínculo:

El blog de Pedraza Ginori - Anecdotario (1): Enrique Bonne y Juana Bacallao 


(2) Se refiere a “Mi gatico Vinagrito”. Otra de los números cantados por Teresita Fernández que estaban en boca de todos por entonces era “Dame la mano”, con texto de Gabriela Mistral.

(3) El cronista seguramente quiso poner "asistentes" pero escribió "concursantes".
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Y como ñapa, incluyo una historieta de Subdesarrollo Pérez, creada por el gran Arístide.
 


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1 comentario:

  1. Hola,
    Seguramente ya la habran instado a guardar en un libro toda esa gran epoca de la musica y los espectaculos que usted creo. La juventud formada bajo la dictadura de los Castro desconoce todo ese esplendor, y a los viejos nos gusta decir: "Yo vivi eso".
    De cualquier forma, admiro su blog y la buena fortuna que tuvo de sacar de Cuba toda esa documentacion.

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