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lunes, 12 de marzo de 2018

¡ME SAQUÉ EL PREMIO GORDO DE LA LOTERÍA!

   Durante el período de concepción y redacción de mi novela “Los Basurita de Carajillo” he tenido el privilegio de que dos ilustres escritores cubanos hayan dedicado parte de su valioso tiempo a monitorear mi trabajo y ofrecerme sus opiniones sobre los borradores de los capítulos que les fui enviando.
   Ellos son Pepe Pelayo, reconocido internacionalmente por sus obras en el campo del humorismo y la literatura para niños, y Armando León Viera, que ha desarrollado con éxito una carrera en la literatura policial. Con una paciencia infinita y un afecto que nunca agradeceré de manera suficiente, ambos pusieron su experiencia y su saber hacer al servicio de mi proyecto de llevar a la letra impresa los sucesos y circunstancias de una familia para reflejar así cómo era la vida de un pequeño pueblo de provincias durante el siglo XX. 
   Como es natural, aproveché al máximo que esos dos jugadores estrella estuvieran en mi novena e incorporé a mis ideas y a mi trabajo creativo sus orientaciones y su aliento. Desde “Yin, ten cuidado con no exagerar el asunto del sexo” y “Esto no hace falta repetirlo, ya el lector lo sabe” hasta “Aquí me ha sorprendido agradablemente el giro que toma el relato”, “Me he emocionado con la solución que le diste a esta línea argumental” o la chispeante y contundente respuesta que me dio Pepe cuando supe que había terminado de leer toda la versión final y le pregunté qué le había parecido.
   ─Está entoletá.
   Lo que en idioma cubano significa “muy buena”.
   Y por si fuera poco, ambos aceptaron mi invitación y redactaron los dos prólogos que aparecen en el libro.

Pepe Pelayo escribió:
   Ginori escribe como es: ligero, coloquial, ameno y muy cubano. Su estilo provoca placer aún al introducirse en análisis y reflexiones. Cuando leí «Los Basurita de Carajillo» quedé fascinado. ¿Es una novela autobiográfica? No. Aunque sí tiene mucho de su experiencia personal como guajirito, nacido y criado en un pueblo de campo, y de sus vivencias en la Cuba que narra.
  Por supuesto, no tengo dudas de que Yin proyecta en sus personajes su personal pasión por la música, el cine, el beisbol, el humor popular (choteo o no) del cubano y ─¿por qué no decirlo?─ por la maravillosa mujer cubana.
   El mundo de Quino, Moncha y Mito ─Los Basurita─ es el mundo de la diferencia de clases, del machismo y el provincianismo, de los prejuicios, del subdesarrollo y de otras malas hierbas. Todo ello aparece en esta obra. Pero también las acciones y dichos del jodedor cubano, la inventiva criolla ante las dificultades, etc. Hay mucha información sociológica en esta novela y ese es otro de sus méritos.
   Y para colmo de mi sorpresa, nos lo cuenta todo a través de un narrador, que por su léxico, su forma coloquial y amena ─aunque seria y reflexiva en convenientes momentos─, nos parece que salió de la misma historia que relata ya que, a pesar de ser omnipresente, uno lo percibe al mismo nivel de los personajes.
  Estamos ante otra mágica creación de Pedraza Ginori. No solo recomiendo su lectura sino que ¡la recomiendo mucho!

Armando León Viera dijo:
Tras una seria investigación, que incluyó la consulta de muchas publicaciones de la época, ha recreado sus memorias de infancia y juventud para entregarnos este Carajillo que nos recuerda el conocido refrán «pueblo pequeño, infierno grande».
La fabulación y la creación novelística se han convertido en todo un inesperado descubrimiento para Ginori. En el solitario y telúrico proceso de la escritura se ha conmovido, se ha reído a carcajadas y se ha emocionado como no pensó que lo haría. Lo sé porque ha tenido la generosidad de compartirme sus emociones.
  Como resultado tenemos hoy una novela que nos revela ─para mí, nacido y criado en la capital cubana, algo absolutamente novedoso─ la vida colorida y curiosa, por los personajes y sus circunstancias, de esos pueblitos que forman parte del sustrato de nuestras esencias más criollas.
  Nos enfrentamos, pues, a un libro costumbrista, lleno de la sabrosura y simpatía de lo cubano, con unos giros que sorprenden hasta al Pipisigallo, dada la capacidad del autor para atraparnos y seducirnos con la sencillez de lo cotidiano.
  No me cabe la menor duda: en este juego de beisbol Pedraza Ginori ha bateado un jonrón con las bases llenas.

Como ven, teniéndolos a ambos junto a mí en esta, mi más ambiciosa aventura literaria, ¡me saqué el premio gordo de la lotería!

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