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jueves, 17 de enero de 2013

SOLEDAD DELGADO: TAN AMIGOS COMO SIEMPRE



      Soledad Delgado es un ser singular, extraordinario. Y digo “es” y no “fue” porque, aunque una fría (y cabrona) noticia en Internet aseguraba en 2007 que había fallecido en Madrid vencida por el cáncer, me niego a creer que se haya ido definitivamente y creo que en cualquier sitio y momento la Delgado podría reaparecer cantando y vacilando a las dos manos, que es lo que haría si se dejase ver.
      No puedo afirmar que fui su amigo cercano. Uno así sabe todo lo que hay que saber del otro y yo tengo muchas lagunas sobre sus andanzas. Por ejemplo: sé que desde niña estudió piano soñando ser concertista de música clásica, que se casó muy jovencita con un señor que le llevaba muchos años, que con él tuvo hijos pero no sé cuantos ni sus nombres. Tampoco sé sobre sus maridos, compañeros estables o aventuras. Ella hablaba a ramalazos sobre su vida privada, soltando alguna que otra anécdota aquí y allá. Y a mí tampoco me interesó saber más de lo que estuvo dispuesta a contarme.
      Para Soledad Delgado fui un imprevisto, un accidente. Un tipo medio raro que trabajaba en la televisión y quería crear canciones. Un bigotudo de pelo largo que se atravesó en su camino por casualidad. Un escalón más que ella subió en su ascenso imparable hacia el corazón de su público grande, esa muchísima gente que sin saberlo estaba ahí, esperando conocerla para adorarla.
      Por supuesto, a mediados de los 70 yo sabía que ella existía, que había hecho algo de televisión pero no conmigo. Y que andaba por los cabarets y clubs habaneros cantando y acompañándose al piano. Pero me era totalmente ajena. En realidad nunca la había visto actuar en directo, que es como decir que ella aún no me había atrapado en esa red que Soledad tejía cuando ponía sus dedos sobre el teclado y en la que, una vez que caìas, era imposible escapar.
      Yo supuse que vivía en la calle N, cerca de La Rampa, ya que la veía a menudo por allí. Y me llamaba la atención su forma de caminar muy amanerada, con mucha pluma. Tengo la impresión de habernos saludado alguna vez pero en eso no me hagan demasiado caso; no es seguro. Son sólo recuerdos borrosos.
      El descubrimiento mutuo fue en el Parque Lenin. Yo estaba bastante metido en la preparación y dirección del próximo Concurso Adolfo Guzmán 1979. El primero había sido uno de los mayores éxitos de la Televisión Cubana en el año anterior, dejando con la boca abierta a media Cuba, sorprendida de que en la isla se pudiesen hacer eventos musicales tan grandiosos como los de “allá afuera”. A alguien del Instituto Cubano de Radio y Televisión se le ocurrió que el restaurante Las Ruinas sería un buen lugar para ofrecer un coctel (una actividad, se decía) que sirviera de marco a una conferencia de prensa. Esa tarde, los miembros del Comité Organizador dimos a conocer cómo iban a ser los detalles del segundo Guzmán. Y hubo traguitos y algo de picar. Y al piano, una simpática mujer que descargó canciones para amenizar aquello. Llamó mucho la atención. Se metió a todo el mundo en el bolsillo esparciendo el filin voluptuoso, enérgico y exuberante que ya era su sello, que traía de fábrica. Era Soledad bateando para 500 delante de los mayimbes del ICRT porque sabía que jonronear allí era importante.
      La vi bien, muy bien. Pero, sobre todo, con mucho potencial. Tenía 38 años pero era un diamante en bruto; creo que lo fue hasta el final de sus días. Cuando terminó su tanda me acerqué y le dije lo impresionado que estaba por su actuación. Pensé “pero ¿cómo no te has dado cuenta de que esta mujer existe como artista? ¿cómo nunca la has metido en un programa tuyo, so tonto”. Supongo que ella, segura de sí misma como era, se dijo “a éste me lo calzo yo como a un zapato”. Charlamos (“Me recuerdas a Bola de Nieve” dije. “Es mi ídolo”, sonrió), nos caímos bien y quedamos en hacer algo juntos.
      --Tú eres el de “Mía la felicidad”, la que cantaban Los Meme, ¿no?
      --Yo mismo.
      --Me gusta mucho.
      --Pues, cuando quieras nos ponemos a componer canciones. Tú haces las melodías y yo las letras. ¿Qué te parece? 
      De ahí surgió nuestra amistad y nuestra colaboración. En realidad mi relación artística y humana con Soledad duró poco. Unos cuatro o cinco años en los que hicimos al alimón un montón de canciones, dos discos de larga duración en la Egrem, algo de teatro y tropecientos proyectos que nunca cuajaron pero nos llenaron de ilusión. Duró poco pero fue una de las etapas creativas más fructíferas e intensas de mi vida.

Soledad del Carmen Delgado Díaz     
(11 de abril de 1941 - 28 de octubre de 2007)

      Cada año Televisión Cubana ofrecía una programación especial de verano. Para la de 1983 presenté un proyecto basado en Soledad, titulado "Tan amigos como siempre". Un espacio de canciones y poesías románticas, pensado para las 12 de la noche del sábado al domingo. Algo en clave íntima, sin complicaciones de producción, con ella de anfitriona al piano y unos cuantos invitados distintos cada semana. Iba a ser una reunión de cantantes y declamadores en plan tú pones una y yo te respondo con otra, en descarga. En el Departamento de Programas Musicales me dieron luz verde enseguida y nos pusimos a prepararlo.
      Para abrir el programa usábamos cualquiera de las canciones de su repertorio. Tan amplio que parecía interminable. No había una tonada en español que hablara de sentimientos, de amor o desamor, que ella no se supiera. Y en el piano, era dueña de todos los acordes inventados y por inventar para producir atmósfera romanticoide. Para la despedida de “Tan amigos…” echamos mano del tema homónimo que habíamos compuesto como cierre del disco "En plena soledad", el primer long play que le produje a Soledad para el sello Egrem. Mi texto establecía un símil entre el show que se acaba –y volverá la próxima semana- y una situación de ruptura no definitiva entre dos amantes clandestinos. Y así, con cierta sensación agridulce, dejábamos a los televidentes complacidos cada semana. 

TAN AMIGOS COMO SIEMPRE
(Bolero Cha) 
Letra: Eugenio Antonio Pedraza Ginori
Música: Soledad Delgado
-------- 
Por esta vez se terminó,
ya no es posible continuar con este intento.
Hay que esperar otra ocasión,
quizás haya oportunidad
andando el tiempo.
Yo no quisiera que al marchar
se nos quedara la impresión
de un desacuerdo.
Por el momento ya no hay más
que un buen final, un buen adiós
y un buen recuerdo.
Por el momento ya no hay más
que un buen final, un buen adiós
y un buen recuerdo.
Texto hablado: 
Bueno, parece que llegó el final,
pienso que no debemos estar tristes,
al menos no demasiado tristes.
La vida da muchas vueltas
y quizás algún día, quién sabe.
Por ahora sólo nos queda
romper cualquier lágrima inútil,
escondernos detrás de una sonrisa
y echar a andar
como si nada hubiera pasado.
Estribillo:
Tan amigos como siempre.
Guías:
Dos amigos, amigos
que ayer se han querido,
y nadie sospecha
lo que han compartido.
Dos amigos, amigos
que cuando se encuentren,
todo se recuerde,
nada se demuestre.

      El programa se transmitió cuatro veces. En aquel marco descargoso que le resultaba tan cómodo, Soledad se movía como pez en el agua. Los invitados fueron:
       14 de agosto de 1983: José Antonio Méndez, Cuarteto Los Modernistas con Lourdes Torres y Fidel Pérez Michel. 21 de agosto: Miguel Barnet (poeta), Cuarteto Los Modernistas con Lourdes Torres y Fidel Pérez Michel. 28 de agosto: Maggie Carlés y Luis Nodal, Bobby Carcassés, Adolfo Pichardo (pianista) y Franco Rigo (guitarrista). 3 de septiembre: Cuarteto Yo, Tú, Él y Ella, Mario (el de Clara) Rodríguez y el autor humorístico y periodista Enrique Núñez Rodríguez. Se grabó un quinto programa que debió haber salido al aire el 10 de septiembre pero fue cancelado porque la dirección de TV Cubana decidió adelantar el fin de la programación de verano. En él actuaron el Cuarteto Yo, Tú, Él y Ella, Bobby Carcassés, la actriz Miriam Socarrás y los nicaragüenses María Eugenia Urroz y el Grupo Praxis. 
      "Tan amigos como siempre" rompió algunos moldes en el mes que estuvo en el aire. No voy a decir que tuvo mucha audiencia porque no era su objetivo ni la hora era para eso. Pero gustó a la gran minoría a la que estuvo destinado. La respuesta del público fue muy buena. Fue la primera gran oportunidad de que el ciclón de simpatía y temperamento que era Soledad se proyectara con toda su fuerza, en un programa a su medida, por toda Cuba y desde entonces mucha más gente comenzó a valorar y a disfrutar su trabajo.

Para escuchar el tema, pulsar el siguiente enlace:

       En la década de los ochenta, Soledad viajó frecuentemente para actuar en el extranjero. Cuando regresaba a La Habana entre un viaje y otro, intervenía en mis programas de televisión y espectáculos teatrales. Nos veíamos, recordábamos viejos tiempos y me contaba sus peripecias por “los países”, como la vez que tras una temporada en el Gran Casino de Madrid –alternando con Dyango, subrayaba- el empresario se negó a pagarle. Que en México se había emocionado al cantarle “Mucho corazón” a su autora Ema Elena Valdelamar. Y que en Costa Rica una cubana admiradora suya, dueña de una fábrica textil, le regaló una pila de vestidos.
      --Sabes que no pienso morirme nunca.
      --Bueno, algún día tendrás que hacerlo, ¿no?
      --En todo caso lo haré cuando sea muy muy ancianita.
      --O sea, que serás la nueva María Cervantes, que con noventa y pico todavía toca y canta “A los frijoles caballero”.
      --Algo así.
      Yo le reprochaba el ser un cascabel que prefería complacer peticiones sin tomarse en serio su carrera, el no afianzar su personalidad y seguir abrazada al repertorio de Manzanero y otros autores en vez de imponer sus obras propias. “Así nunca llegarás a ser como Bola de Nieve”, advertía yo. Y ella se reía. Ambos sabíamos que ya no era tan importante ser Bola porque había conseguido ser Soledad.




      En 1992 yo también decidí marcharme a “los países”. Mi salida ocurrió durante una de sus ausencias, así que no hubo despedida. Cada uno tomó un camino vital diferente. Nunca más nos vimos. Siempre tuve la esperanza de volver a encontrarla, de oírla descargar en vivo otra vez. Pero en eso estaba cuando leí la cabrona noticia en Internet.
      De Soledad Delgado -impulsiva, vehemente y extrovertida- guardo el recuerdo de una fuerza de la naturaleza. De alguien siempre con el pie puesto en el acelerador, con unas ganas tremendas de vivir y de hacer feliz a la gente con su arte auténtico y su trato personal. No me explico cómo se pudo morir tan joven, cuando aún le faltaban más de 30 años para ser nuestra otra María Cervantes. Cómo pudo dejarnos tan huérfanos de su risa y de su filin, la muy…
      Hasta siempre, artista.
     Por el momento ya no hay más que un buen final, un buen adiós y un buen recuerdo.
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Para más datos sobre Soledad pulsar estos enlaces:

Hay unos pocos vídeos de sus actuaciones colgados en Internet, casi todos de sus últimos años, pero no le hacen justicia. No reflejan en toda su dimensión su personalidad artística, que llegó a desarrollar a base de talento, trabajo y maldad escénica. Pero, bueno, es lo que hay.

Este vídeo muestra una actuación, once meses antes de que nos dejara, en el programa “23 y M” de Televisión Cubana presentado por Edith Massola.

Aquí canta en 1998 “¿Qué sabes tú?, de la puertorriqueña Myrta Silva:

Y en este otro aparece a dúo con la gran Rosita Fornés, lanzándose al vacío de la tele en directo con “El Pichi” de la zarzuela Las Leandras.


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El Blog de Pedraza Ginori > LA VIDA ES UNA SEMANA

El Blog de Pedraza Ginori > JARANEANDO (1)

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3 comentarios:

  1. gracias ginori, por darnos a conocer mas acerca de ese sunami romantico q tuvo cuba, aunque se tiene aun pues nos quedan sus grabaciones,es interesante para los vividores del arte y de la musica cubana como lo soy yo, leer todos estos articulos desgarradores de lo q es la histoira de nuestra musica y de todo lo q se logro en erte y musica, gracias y q siga la historia

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  2. Gracias Gironi, por este escrito,a esa gran artista Soledad Delgado.
    Abrazos simpre. Olga Bustamante

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  3. Gracias por hacernos recordar a esa gran artista cubana...fijese si el programa Tan amigos....impresiono y gusto que hasta yo tenia idea de que había durado mucho tiempo en el aire...la maravilla de las cosas bien hechas. un saludo

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