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domingo, 8 de junio de 2014

CONCURSO GUZMÁN 79 (5): LOS QUE ME PUSIERON A PARIR

INTRODUCCIÓN
    Ésta es la quinta y última entrega de mis memorias sobre el II Concurso Adolfo Guzmán de Música Cubana ICRT. En ella, me referiré a la actitud que tomaron ante dicho evento algunas personas vinculadas al Movimiento de la Nueva Trova o simpatizantes del mismo.
    En la próxima pieza de este blog abordaré con más amplitud aspectos de lo que fueron mis relaciones, no siempre fáciles, con dicho movimiento y la gente que se movía en su entorno.

    Para comenzar la presente pieza, me parece relevante que se sepa que en las dos primeras ediciones del concurso, de las que fui director general, participaron los siguientes integrantes del MNT:

Guzmán 78
Eduardo Ramos (integrante del jurado)
 Tony Pinelli (autor de obra finalista)
  Lázaro García (autor de obra finalista)
   Martín Rojas (autor de obra finalista)
    Jesús del Valle “Tatica” (intérprete de obra finalista)
     Freddy Laborí “Chispa” (intérprete de obra finalista)
      Cuarteto Los Cañas (intérprete invitado)
       Miriam Ramos (intérprete invitada)
        Alejandro García ‘Virulo’ (intérprete invitado)
         Grupo Síntesis (intérprete invitado)

Guzmán 1979
Eduardo Ramos (integrante del jurado)

 Ramiro Gutiérrez (autor de obra finalista)
  Rodolfo de la Fuente (autor de obra finalista)
   Lourdes Caro (autora de obra finalista)
    Lázaro García (autor de obra finalista).
     Grupo Manguaré (intérprete de obra finalista)

      Dúo Escambray (representantes de la provincia Cienfuegos en el PNI)
       Gustavo F. Remedios (representante de Isla de la Juventud en el PNI)
        Miriam Ramos (artista invitada)
         Amaury Pérez Vidal (intérprete invitado)
          Sara González (intérprete invitada)
           Silvio Rodríguez (intérprete invitado)
Nota:
    Pablo Milanés fue invitado a cantar en el Guzmán 79 y no aceptó.


    La relación anterior revela que ni el concurso ni yo teníamos prejuicios o animadversión contra el Movimiento de la Nueva Trova. Tanto en el 78 como en el 79, los encargados de elegir las obras finalistas actuaron sin presiones y seleccionaron, de entre las enviadas, aquellas que consideraron con calidad suficiente para competir. A éstas, la Comisión Organizadora les adjudicó los mejores cantantes y orquestadores posibles. En ningún momento se tuvo en cuenta si sus autores o intérpretes pertenecían o no al MNT.

    En lo personal, algunos de los que pasaron por el escenario del Carlos Marx me caían como una patada en los huevos. Desde el punto de vista musical, había intérpretes que no me daban ni frío ni calor pero tenían una valía demostrada y un público significativo que les seguía. Y estos dos últimos aspectos fueron factores determinantes para que yo los eligiera a la hora de configurar los elencos. Yo era un profesional y como tal, programé a los artistas de las galas y a los invitados atendiendo a los resultados artísticos que yo pretendía alcanzar y no a mis gustos o afinidades.


    Establecido lo anterior, pasemos al meollo de esta crónica.


HAY QUE BORRAR LOS FALSOS LÍMITES
    En un artículo firmado por Rolando Cartaya en el diario Juventud Rebelde del día 12 de agosto de 1979, se destaca la presencia en las secciones competitivas del concurso de algunos miembros del Movimiento de la Nueva Trova: los intérpretes Pedro Damas y José Ferrer, integrantes del Dúo Escambray, y los autores Ramiro Gutiérrez, Rodolfo de la Fuente, Lourdes Caro y Lázaro García.
    Todos ellos opinaban que la participación de sus obras en el Guzmán resultaba beneficiosa para el autor, para el evento y para la música cubana.
 

    Dúo Escambray:
    “Hay que borrar los falsos límites, estamos en la lucha porque nuestra música se reconozca dentro del lenguaje popular como lo han demostrado, por ejemplo, las intervenciones de Amaury Pérez y Miriam Ramos. La obra del MNT es música popular”.


Dúo Escambray                                       Rodolfo de la Fuente
    Rodolfo de la Fuente:
    “Se me ocurrió mandar mi obra porque el Guzmán es un concurso de música cubana y yo hago fundamentsalmente géneros cubanos, principalmente son. Además porque nosotros formamos parte del colectivo de músicos cubanos y no solamente nos dedicamos a la canción política como se piensa generalmente sino que sólo somos una manera más de hacer música, si bien con cierta comunidad estética e ideológica.
    Este año ya somos más, con Lázaro que repitió y Lourdes Caro, de Sancti Spitirus. Este concurso ofrece una posibilidad enorme de comunicación con el público, es un espectáculo serio y popular, al que no sé por qué no envían otros compositores de mucho prestigio dentro del Movimiento".
 

    El cantautor cienfueguero Lázaro García, que podía haber planteado ser él mismo el intérprete que defendiera su obra finalista, prefirió que la cantara Elizabeth de Gracia. En 1978, su canción sonó en el Carlos Marx en la voz de Marusha. Tanto una como la otra se movían dentro del mundo del pop.
   En la misma línea, el holguinero Ramiro Gutiérrez aceptó que un baladista, Ricardo Juan, fuera el defensor de su "Ancha va la ola y tú conmigo" y Farah María cantó a Mariana Torres.

          Lázaro García                                    Ramiro Gutiérrez

    Ramiro Gutiérrez:
    “Apenas he podido seguir el proceso de montaje de la canción. Cuando yo vine a Carifesta, Ricardo Juan estaba en Holguín para el 26.
    Pienso que éste es sin duda uno de los eventos más importantes de la canción, desde los detalles técnicos hasta la presentación final, y creo que el Movimiento debía participar más ampliamente como un modo de integrar su obra, que no es sino música popular, al concepto que se tiene de música popular. Por otra parte, mientras más participantes de calidad envíen, los beneficiados serán su música y el pueblo cubanos, sobre todo si se cuenta con ese medio extraordinario que es la televisión y en las condiciones que brinda este concurso.
    Las canciones de la Nueva Trova gozan de prestigio internacional, no veo por qué no enviar a este certamen, donde es tan importante para mí que un intérprete de popularidad me cante mi canción como para él enfrentarse a una pieza musical desacostumbrada".


    Junto a los testimonios, el periodista incluía una reflexión suya:
    “Se hizo sentir la ausencia de los compositores de nombre mayor en Cuba, de los miembros del Movimiento de la Nueva Trova –se limitó a cuatro finalistas-, donde se han trazado sin duda nuevos derroteros a la canción cubana, de los estudiantes del ISA y miembros de la Brigada Hermanos Saíz, cuyo aval técnico, acaso en comunión con los jóvenes poetas, podría ser firme asiento de la creatividad dentro de esta expresión”.


PONER A PARIR
    Como se puede leer en la pieza de este blog titulada “Concurso Guzmán 79 (4): Lo que dijo la prensa” (ver enlace debajo), los medios escritos cubanos recogieron el favorable sentir de la calle, fueron pródigos en elogios y hubo algunos comentarios y análisis que desaprobaron aspectos y situaciones puntuales y ofrecieron sugerencias. Nada fuera de lo habitual.

    Me han hecho muchas críticas en mi carrera. Hay que aceptarlas como vienen. Siempre es positivo escuchar opiniones de alguien que te mira desde fuera porque se pueden extraer experiencias provechosas de ellas.
    Pero hubo un par de escribidores que, disparándole a todo lo que se movió en el Guzmán 79, pusieron a parir a mi concepción de la puesta en escena, a determinadas canciones que no les gustaron, a la selección efectuada por el jurado y hasta a un tipo feo que pasaba por la acera de enfrente y que, el pobre, no tenía nada que ver.








UN PARÉNTESIS DE TRISTEZA EN LA MEMORIA
    En una crónica titulada “LA NOCHE INTERMINABLE DEL GUZMÁN”, un por entonces desconocido a nivel nacional que firmaba Pedro de la Hoz González (1), pintaba maneras de lo que sería su trayectoria en el futuro y escribía en la edición del 14 de agosto del periódico Vanguardia, de Santa Clara, invectivas como éstas:
    “Paciencia, mucha paciencia, hubo de tener el telespectador en la interminable noche del domingo para poder conocer a los ganadores. Porque, de modo increíble, fue a la altura de la una y treinta de la madrugada (era ya lunes) que se interpretaron las composiciones ganadoras de los máximos galardones”.
    “La excesiva longitud y los pequeños detalles que hieren la pupila del televidente, hicieron que lo que pudo ser un cierre con broche de oro, dejara un paréntesis de tristeza en la memoria”.
    “¿Por qué no ser más sobrios en la locución? ¿Por qué recargar la gala con los extranjeros-cubanos y el recital de Marta Valdés?”.
    “Se impone el reconocimiento a la ambición del espectáculo. Pero también se debe saber cómo no siempre la brillantez (derroche de luces, de recursos escenográficos, de vestimentas, de grandilocuencia) da el verdadero esplendor”.
    'Calle Enramada'… de corte bailable, no posee un grado de elaboración o aporte que la hagan acreedora de tan alta distinción. Máxime cuando se había escuchado con anterioridad “Mujer, si la distancia es esa huella”, de Rodolfo de la Fuente, en la cual se parte del son para hablarnos tanto musical como literariamente con un lenguaje de nuestros días”.

    Refiriéndose a la canción de Martín Rojas dice que merecía una mejor calificación:
    “Sólidamentre concebida y de extraordinaria importancia en esta hora de revalorización y despegue de la nueva canción cubana”.
    Y termina como empezó, atacando:
    “Lástima, eso sí, el galardón de la popularidad de Radio Progreso. El matancero Joseíto Oceguera contribuyó exclusivamente a la difusión de la vulgaridad, que nada tiene que ver con la creación del pueblo. Por demás fue muy dudosa la encuesta de Radio Progreso, pues por consenso, desde la capital y por teléfono, nadie sabe nada”.

    Creo que ésta fue una de las pocas personas en toda Cuba que no vacilaron el Guzmán 79 y se pasaron aquellos días encabronadas por lo que estaba transmitiendo el Canal 6. Lo que no es un reproche porque si no te gustó pues no te gustó y ya está, sino una constatación.
    A la peluquera de al doblar, algo que vio anoche en la tele le puede parecer bien, regular o mal y sus comentarios, absolutamente respetables, se quedan en el ámbito en que ella se mueve. Pero alguien que tiene el privilegio de opinar en un periódico debe dominar su subjetividad y echar mano de conocimientos de la materia tratada en lugar de plasmar en una crónica el venenito que le roe. Sobre todo si escribe en un país con un régimen como el que existía en Cuba, en que el criticado no podía responderle públicamente.
    Ya sé que la subjetividad es el pantano donde se mueven los críticos pero los que publicaban en una prensa que se vanagloriaba de ser honesta y veraz, deberían haberlo hecho al menos con un mínimo de objetividad. Si Pedro de la Hoz lo hubiese tenido, debería haber reconocido que no todo fue de malo pa peor en lo que hicimos.
     Tras aquellas jornadas en que logramos una sonrisa masiva y no se hablaba –bien- de otra cosa en todas partes, nos tocó encajar la cirrosis de este gallito amargado que se dedicó a buscar defectos y pecados imperdonables donde los hubo y donde no los hubo.
    Donde millones vieron alegría, él vio “un paréntesis de tristeza en la memoria”. Fue incapaz de admitir que las cuatro noches estremecieron al público desde San Antonio hasta Maisí pero destacó los “pequeños detalles que hieren la pupila del televidente”. Para él, sobraban los minutos dedicados a la gala de Marta Valdés y a homenajear a los extranjeros cubanizados.
    Dijo que Joseíto Oceguera, el sonero que con su papa puso a gozar hasta a las estatuas, era “un difusor de la vulgaridad, que nada tiene que ver con la creación del pueblo”. Y echó un manto de sospecha sobre Radio Progreso acusando a la emisora de manipular los resultados de su encuesta de popularidad.
    Y ¿quién sabe cuanta bilis más hubiese soltado si Vanguardia le hubiese dado más espacio?


DESPOJADO DEL ESPEJISMO DE LOS APLAUSOS
    A continuación reproduzco, en letras negritas, lo que José Rivero García escribió en El Caimán Barbudo de septiembre:

    "MUCHO BRILLO Y POCAS LUCES"
    “Después de cuatro días maratónicos del recién finalizado Concurso Adolfo Guzmán 1979, donde sobró repertorio, faltó selectividad, se tergiversaron en buena medida los valores representativos del mejor cancionero cubano y se adueñó del evento un aire de espectacularidad, debemos preguntarnos –despojados del espejismo de los aplausos- ¿qué aportaron al desarrollo de la canción cubana las obras premiadas? ¿Hasta qué punto las piezas concursantes reflejan los logros de la canción cubana en los últimos años? ¿Es la canción de José Ricardo Quijano el índice o el indicador de lo que aspiramos sea, y es, la canción de nuestros días, o la “Canción a mi compañera” de Osvaldo Rodríguez o “Calle Enramada” de Pedro Gómez o “Un nuevo sentimiento me sorprende” de Lourdes Torres?
    Si aceptáramos este indicador tendríamos que llegar a la conclusiuón de que poco hemos avanzado ya que tanto en el aspecto musical como en el literario, la mayor parte de las obras ganadoras no se acercan siquiera a la calidad de las canciones –que son un parámetro- de un Guzmán, un Roig, un Lecuona, un Sindo Garay o un Benny Moré".


    Cuando éste afirma que las canciones de Guzmán, Roig, Lecuona, Sindo Garay y Benny Moré son un parámetro, utiliza estos distinguidos nombres como escudos, para disimular. Si hubiese honestidad en su intención, debía haber escrito Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y compañía, que eran sus referentes.

    Vamos por partes: la obra finalista de Lourdes Torres podría haber sido firmada sin reparo alguno por el Guzmán que yo conocí personalmente. Roig no se destacó como letrista sino como músico. Lecuona y Sindo son dos genios, pedirle a cualquiera que sea como ellos es una estupidez. Y, con todo respeto hacia el Bárbaro, de los boleros que el Benny compuso sólo se salvan uno o dos.

    "Pero no nos dejemos confundir por las apariencias, pues en realidad lo mejor del cancionero cubano de nuestros días –fundamentalmente representado en los que se agrupan en el Movimiento de la Nueva Trova- no estuvo lo suficientemente presente”.
    “Si este certamen lograra –y tiene todas las posibilidades para hacerlo- reunir en él a lo más representativo de nuestra música actual y proyectarla, se convertiría sin duda en un acontecimiento importante de la cultura musical nacional".
    “Un tono de espectacularidad –no de espectáculo- latió constantemente en el evento. Y no sólo por las prolongadas faenas –aupadas con presentaciones muy al margen del objetivo del concurso- sino por el endeble andamiaje de un guión que subestimó un resultado artístico más acorde con los intereses del Guzmán 79: descubrir los nuevos valores de la composición en el ámbito de la canción, descubrir intérpretes con posibilidades y, sobre todo, brindar un panorama de la cancionística cubana de todos los tiempos.


    ¿Qué dice? ¿Que el objetivo del concurso era, sobre todo, brindar un panorama de la cancionística cubana de todos los tiempos? ¿De dónde sacó esa afirmación? ¿Se la inventó él o algún desinformado se la sopló al oído?

    "Pero muchos fueron los invitados que sólo sirvieron para prolongar las jornadas o rellenar el espectáculo y pocas las apariciones de obras (Sindo, Lecuona, Matamoros, Roig…) o agrupaciones (Arcaño y sus Maravillas apenas pudo interpretar el “Fefita” y los Irakere brillaron por su ausencia) que reclamaban por su vigencia una prioridad en el guión concebido". 

    ¿Yo entendí mal o me está reprochando que no programé a Irakere? Ven acá, mi niño, ¿tú tenías idea del enorme espacio de tarimas que ese grupo necesitaba para colocar todo su aparataje de instrumentos, micrófonos, bafles, consolas, etc.?

    "¿No pudieron Raúl Gómez, Alfredo Rodríguez, Leonor Zamora, María Elena, Marusha y todos los que componían la larga lista de invitados interpretar obras de esos autores mencionados y con ello rendir homenaje a los valores de la canción cubana? No debió olvidarse que el Guzmán 79 no era un programa más de “Juntos a las 9” o “Buenas tardes”, concebidos para dar cabida a toda la farándula”.

    ¡Corran! ¡Corran, que viene la farándula! La monstruosa farándula que nos quiere devorar.


    “Algo que sí llamó la atención por sus resultados satisfactorios fueron las galas. Muy dinámica y original la presentación de Osvaldo Rodríguez. Marta Valdés acercó al público –sobre todo joven- a una obra rica, variada y cubana, que debió ser cantada no solamente por Bobby Jiménez y Elena Burke, sino por otros representantes de esa expresión llamada feeling.
    Los jóvenes que interpretaron a Guzmán en un breve pero logrado acercamiento a la obra del maestro desaparecido, transmitieron la esencia y fecundidad de su obra”.


   En el anterior fragmento hace un paréntesis en la leña que me está dando e, inexplicablemente, se pone a hablar bien de las galas. Debe haber creido que las concibió otro creador y no yo.

    "Si ambigua resultó la decisión del jurado que evaluó las canciones de los compositores concursantes, (por ejemplo: no entendemos por qué una obra como 'Mujer, si la distancia es esa huella' no mereció algo más de una mención. Originalidad, cubanía y buena poesía se agruparon en esta canción que evidencia una nueva manera de expresar un son de nuestros días), no menos inesperada y falta de criterios resultó la elección de los intérpretes que, de quince regiones del país, acudían al Guzmán en busca de un galardón o un estímulo.
    ¿Qué se premió? ¿La labor destacada de un intérprete profesional o nuevas figuras, aficionadas, de talento y posibilidades vocales? Para nadie es un secreto que no primó un criterio definido en la selección final: compitieron, con los mismos derechos aficionados y profesionales".

    Por preguntar algo, ¿en las actividades y festivales del Movimiento de la Nueva Trova, que a Rivero parece resultarle tan afín, no se mezclaban profesionales y aficionados?

    "Ahora bien, ¿acaso Fernandito Sánchez necesita descubrirse como valor después de casi veinte años de labor profesional? No sabemos quienes formaron en la provincias los jurados, pero resulta desalentadpr encontrar en la tabla de puntuación la ausencia de votos a intérpretes como Rodolfo Chacón, Arnaldo Manuel Pérez, Silvia Lescay…
    Por otra parte, ¿es que Oceguera, con su papa y su voz atropellada, (papa que en el Festival del Creador Musical de 1976 ya había puesto a la venta) pudo resultar superior al novísimo y magnífico Dúo Escambray que brindó una antológica versión de la “Longina” de Manuel Corona? En ese sentido sería bueno apuntar que la placa con la canción del Dúo Escambray nunca se puso por radio, es decir: por Radio Progreso.
    ¿Cómo pudieron competir en el premio de la popularidad si la canción no se promovió entre los oyentes?


    Otro que suelta insinuaciones ponzoñosas sobre la encuesta de Radio Progreso. La emisora abrió su encuesta telefónica desde la noche del sábado, mientras se producía la competencia y sus oyentes votaron teniendo en cuenta las actuaciones que se produjeron en el Carlos Marx. El domingo los teléfonos continuaron recibiendo opiniones mientras la Discoteca Popular de la Onda de la Alegría estuvo transmitiendo la grabación completa de la competencia, que incluía la actuación del Dúo Escambray.
 

    "En cuanto al premio de interpretación lo fundamental es que no estuvo definido si los galardones corresponderían a las nuevas figuras, surgidas del movimiento de aficionados o si todos se mezclaban en un mismo saco. Además, no creemos que para un cantante profesional resulte muy halagador ganar un concurso donde la mayoría son aficionados.
    La experiencia de este Guzmán 79 –muy superior en recursos, dedicación y espectacularidad al del pasado año- nos lleva a recordar esa popular expresión: 'no todo lo que brilla es oro'. Se debe ser riguroso, selectivo, contrario a la mediocridad, al facilismo y a la seudocultura.
    La magnitud y popularidad de este concurso –al que acuden cada año miles de compositores- exige resultados más perdurables. No son necesarios los espectáculos para impactar. Por cierto, que con ese término definió el arreglista de la canción de Quijano, en una entrevista publicada por Juventud Rebelde, la obra premiada: 'sabíamos que era una canción que iba a producir un impacto'. Los concursantes a veces tienen razón porque en ocasiones los jurados se dejan impactar.


    Este mismo José Rivero había escrito un año antes un artículo sobre el Guzmán 78, titulado "UNA EXPERIENCIA A TOMAR EN CUENTA". He aquí algunos fragmentos:

    "Mostró los mecanismos que hacen posible que un evento de esta naturaleza obtenga sus mayores frutos y sea disfrutado por todo nuestro pueblo; cosa importante. Nos estamos refiriendo a la organización, al trabajo escénico, al guión y a la divulgación que tuvo el Concurso".
    "El ICRT, organismo que tuvo la feliz idea de gestar y organizar el evento".
    "Fue agradable escuchar a los aficionados. Lo cual no quiere decir que no aplaudiéramos las actuaciones de algunos intérpretes establecidos". 
    "No deja de ser cierto que el concurso que acaba de organizar el ICRT es de un logro innegable (podemos precisar: el programa musical más importante que se ha realizado en el país en los últimos años)".   
El Caimán Barbudo, agosto de 1978.
 

    ¿Qué ocurrió en esos doce meses para que el crítico modificara tanto su opinión sobre el concurso? Pues que, ante la pegada del Guzmán 79, ante la realidad de que se había logrado un gran triunfo popular sin que el sector cavernario novatrovista manejara los hilos, éste decidió cambiar de estrategia y le bajó a su chiquilicuatre Rivero una consigna en la onda "tenemos que meternos ahí y arrebatarles ese estandarte a los faranduleros". La clave está en este par de sus párrafos:
    “Pero no nos dejemos confundir por las apariencias, pues en realidad lo mejor del cancionero cubano de nuestros días –fundamentalmente representado en los que se agrupan en el Movimiento de la Nueva Trova- no estuvo lo suficientemente presente”.
    “Si este certamen lograra –y tiene todas las posibilidades para hacerlo- reunir en él a lo más representativo de nuestra música actual y proyectarla, se convertiría sin duda en un acontecimiento importante de la cultura musical nacional”.


    Claro que se trataba de un gran espectáculo, de uno, como De la Hoz señaló, “con derroche de luces, de recursos escenográficos, de vestimentas, de grandilocuencia”. Tratamos de darles a las grandes masas del país, emprobrecidas y luchadoras de un día a día cada vez más gris, unos momentos de entretenimiento, respiro y orgullo nacional a través de un festival como los de afuera pero hecho en Cuba.
    De eso precisamente se trataba pero a ellos –y a los que se movían detrás de ellos- les molestaba bastante y sacaron la artillería gorda contra nosotros. Existió una unanimidad tan evidente en los planteamientos de De la Hoz y Rivero que resultaba sospechosa. Analizando sus escritos, tan similares en conceptos y hasta en palabras, saqué la conclusión de que estaban cumpliendo orientaciones, que había un argumentario detrás, del que estos dos ejercían de voceros.
    Como el tiempo se encargaría de demostrar, eran los primeros ataques públicos de la corriente extremista y sectaria de la nueva trova, la de los lobos enfurecidos, que asomaban sus orejas peludas y sus dientes afilados contra todo lo que pudiera oponérseles en su camino hacia el control –nada menos que absoluto- de los espectáculos musicales cubanos.
    Ya andaban preparando, en la sombra, con nocturnidad y alevosía, la campaña para apoderarse del Guzmán 80.


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N   O   T   A   S

(1)  En los siguientes años tuve que soportar con cierta frecuencia las diatribas escritas contra mi trabajo por Pedro de la Hoz, al que no le cuadraba nada de lo que yo hacía ni en teatro ni en televisión. 
  No hubo conferencia de prensa en la que coincidiéramos en la que no tuviera que sobrellevar sus preguntas cargadas de agresividad. Este tipo, que cada vez que le ví me dio la sensación de andar berreao, la cogió conmigo de mala manera. En su mente, yo debo de haber estado etiquetado como una anomalía cultural, un diablo colorao que andaba por ahí esparciendo el cianuro de la espectacularidad y el oropel.
  A mí y a lo que él cree que yo represento, nos tenía tal tirria el susodicho que más de una vez imaginé -en coña, claro- que tenía colgado en su habitación un muñeco de trapo con mi cara, vestido con lentejuelas y pantalones campana, al que clavaba alfileres en sus noches de reconcomio.
  Por la forma en que se manifiesta este aprendiz de gurú, supongo que se ha leído dos o tres libros de estética marxista, algunos ensayos sesudos sobre medios de comunicación de masas y parece que tiene acceso al Internet de verdad. Además se sacó una licenciatura, como hicimos muchos. Eso le ha dado licencia para epatar ante los demás mortales y despotricar durante decenas de años desde las páginas del Granma contra todo lo que no le gusta, sentando cátedra sobre lo que es bueno y lo que es malo.
  Pero, cuidado, su ámbito de análisis es el de la cultura. De ahí no se ha movido. ¿Alguien ha leído una línea suya que critique alguno de los cientos de aspectos negativos que tiene el régimen antes llamado Revolución Cubana?.

(2)  En cuanto a José Rivero García, en su citado artículo sobre el Guzmán 78, escribió lo siguiente:
  "Los autores expresaron los sentimientos de solidaridad, de compromiso militante de nuestros jóvenes por lograr la paz y un futuro mejor, un futuro socialista. Expresaron el recuerdo hacia los jóvenes que cumplen su deber internacionalista a muchas millas de nuestras costas.
  Las letras de las canciones (a pesar de que no todas contaron con la imagen, con la poesía que artísticamente plasmara esos sentimientos) reproducían literariamente la esencia del humanismo, de la conciencia partidista de los jóvenes cubanos".

  Según he visto en Internet parece ser el mismo José Rivero García que años después abrió los ojos, dejó de creer que el mejor futuro era el socialista, abandonó el campo del periodismo oficialista y se pasó a la disidencia, actitud que le honra.
  Espero que se haya sacudido también la carga de dogmatismo sectario conque me trató. 
  Por cierto, no recuerdo haberle conocido en persona en Cuba. O como habría dicho mi villareño padre: "no me acuerdo si alguna vez le eché una carga de maloja".

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3 comentarios:

  1. Muy interesante Yin , que bueno que esta rescatando esas cosas para que no queden en el olvido.Mil felicitaciones!

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  2. Yo, como humilde concursante que fui de un par de "Guzmanes" posteriores a los que menciona, y, además, conocedor de Pedro de la Hoz (que en "La Jiribilla" lo dejen por los siglos de los siglos y no lo dejen salir de ahí, por favor, Amén) he leído con mucho gusto este post suyo.

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  3. Mi querido Yin, yo apenas tenía 14 años y recuerdo perfectamente el impacto de esas noches en mi casa y en mi vecindario de Lawton, donde la gente dejaba abierta la puerta y subía el volumen, como señal inequívoca de que compartían con los demás algo fuera de serie.

    Que se haya escrito tanto sobre ese Guzmán es una prueba de lo que pasó después: nunca más volvimos a ver algo así en la Televisión cubana.

    Otra vez: gracias, Yin, porque fuimos mejores televidentes por haber contado con directores como tú.

    Gracias, Yin, porque como ya te he dicho, me dedico a la Televisión, inspirado, entre otras personas, en el ejemplo que me diste de entretenimiento.

    Un abrazo.

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