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sábado, 12 de octubre de 2013

TV CUBANA: JABONEROS, DEMOLEDORES Y QUIJOTES (Parte 2: La paloma se equivocaba, se equivocaba y aún no ha rectificado)

Ésta es la continuación (y final) de mi artículo denominado
JABONEROS, DEMOLEDORES Y QUIJOTES (Parte 1, featuring Papito Serguera), publicado el 12 de octubre de 2013, al que recomiendo tirarle un vistazo antes de leer lo que viene a continuación.
Lo encontrarán, pulsando el siguiente vínculo:

El blog de Pedraza Ginori - TV Cubana: Jaboneros, Demoledores y Quijotes (Parte 1, featuring Papito Serguera)

    Incluyo a continuación las definiciones básicas, que establecí en la primera parte, imprescindibles para comprender lo que leerán en la presente entrada.
    Jaboneros: personas forjadas en el mundo de la publicidad y la creación radiotelevisiva previas a 1959, que dominaban el mundo audiovisual capitalista y sus entresijos. En los primeros años de la revolución se incorporaron a ésta poniendo sus habilidades, métodos de trabajo y experiencia al servicio del nuevo orden. Ocuparon puestos de responsabilidad en la organización y programación. En su mayoría, eran profesionales que apreciaban el talento, lo apoyaban y lo promovían. Fueron borrados del mapa.
    Demoledores: dirigentes y funcionarios que tomaron el control del ICR a mediados de los 60 y lo mantienen hasta hoy. Su característica fundamental es la obediencia ciega. Se apuntaron con devoción a la teoría de las alturas que plantea que toda crítica, incluyendo la sana, es contrarrevolucionaria. Responsables y cómplices de que el organismo sea una férrea y superpolitizada estructura de intolerancia y censura, cuyo único objetivo es la defensa a ultranza de la revolución. Para ellos, la televisión es un altavoz para divulgar mensajes políticos y “verdades” oficiales irrefutables. En general recelan de los artistas, desconfían de los creadores y, aunque no lo reconocen en público, la cultura les asusta. Proyectan imagen de invulnerabilidad pero, como se ha demostrado más de una vez, se les puede derrotar si se les ataca con inteligencia.
    Quijotes: creadores y colectivos que creen que la televisión es un medio de difundir obras de arte, buen entretenimiento y mensajes que contribuyan al mejoramiento del ser humano. Colándose por los intersticios de un sistema obsesionado por vender productos en los años 50 e ideas políticas desde los 60, han logrado burlar interferencias y trabas dejándose la piel y la salud mental en ello y consiguieron producir grandes momentos de la historia de nuestra televisión.

LA PRIMERA DE DOS DIGRESIONES NECESARIAS
    Un ejemplo que deseo poner, por clarificador, es el de un jabonero con gran experiencia adquirida en cargos de responsabilidad en Crusellas. El hombre se las sabía todas. Para él, el programa era un producto que se elaboraba en una fábrica denominada televisora. Nombrado responsable de programación de TV Cubana a mediados de los 60, tenía establecido un método heredado del capitalismo por el que su mañana de trabajo la dedicaba a enjuiciar las transmisiones de la noche anterior. Por su oficina iban desfilando directores, escritores, escenógrafos, intérpretes y otras personas vinculadas a los espacios. Reuniones intensas y muy críticas en la que se analizaba cada detalle, cada error, cada dificultad, cada logro. Una vez desmenuzado el programa de ayer y fijados los aspectos a mejorar, se pasaba el foco de interés al de la semana próxima: ¿de qué va el libreto?, ¿quién actuará?, ¿cómo solucionar el problema que tuviste con la utilería?, etc.
    En mi carácter de asistente de dirección, tuve la oportunidad de acudir regularmente y puedo dar fe del rigor y la seriedad que presidían aquellas sesiones. A veces no estuve de acuerdo con lo que se planteaba, por ejemplo: que Rosita Fornés debía vestir en su show semanal como las amas de casa afectadas por las escaseces y no como una vedette con plumas y lentejuelas. Pero años después eché mucho de menos aquellas discusiones centradas en el programa, que desaparecieron como sistema para dar paso a juntas y asambleas descafeinadas que, en las contadas ocasiones en que se celebraban, servían simplemente para que el analfabeto televisivo que las presidía regañara a quien se había salido de la línea trazada y bajara orientaciones políticas y/o absurdas.


LA SEGUNDA DIGRESIÓN
    A finales de 1976, tuve la oportunidad de viajar a Berlin para recibir un entrenamiento en la Fernsehen der DDR, la televisión estatal de la República Democrática Alemana. Allí me topé a lo cortico con los altísimos niveles de calidad que mis colegas de la RDA habían alcanzado en su organización y programación. ¿Por qué sus productos eran muy superiores a los de cualquier otra televisión socialista, incluyendo la de la URSS? ¿Por qué su población estaba tan orgullosa de su tele? ¿Por qué la veían tanto si podían sintonizar la de Alemania Occidental? Pregunté mucho, constantemente, a cuanto alemán se me puso a tiro. La conclusión que saqué es que sus dirigentes habían aplicado la misma fórmula que los jaboneros cubanos: el programa primero y por encima de cualquier otra cosa.

    En la primera línea de la lucha ideológica de la guerra fría, con una frontera cercana que permitía a la programación de la República Federal colarse impunemente en los televisores de sus hogares y viceversa, los alemanes del este se vieron inmersos en una batalla muy dura. Para ganarla, le echaron los recursos, los huevos y la inteligencia que había que echarle al asunto. Adoptaron la política de priorizar la calidad y descartar el teque, el adoctrinamiento simplón y evidente. Que no significa que lo que hacían careciese de mensaje socialista. Sus dramatizados, por ejemplo, no perdían oportunidad de airear abiertamente las conductas de algunos sectores de su población que se entendían reprochables (premisa 1: la gente no es perfecta) y de filtrar sus recetas para corregir dichos comportamientos (premisa 2: la gente puede rectificar).
    Ellos entendieron que una televisión de máximo nivel representaba, en sí misma, una demostración de que la RDA -y por ende su sistema político- podía fabricar productos formidables. Y esto repercutía en buena imagen para el régimen a ambos lados de la línea fronteriza. Y mucho más allá. En los 70, la DDR Fernsehen estaba reputada como una de las primeras organizaciones de televisión del mundo.

     Lo que vi en Alemania, me recordó a “Cabaret Regalías”, aquel estupendo show de variedades que marcó toda una época en nuestra recién nacida tv. Duraba una hora y en todo ese tiempo, su patrocinador ocupaba apenas un momento en pantalla. A eso de los 30 minutos de haber comenzado, un locutor (¿Modesto Vázquez?) sentado junto a una de las mesas, encendía lentamente un cigarro, le daba una cachada, soltaba una bocanada de humo y mirando a cámara decía: “Regalías el Cuño, el cigarro que satisface”. Y ya. Más que un anuncio era una acción de relaciones públicas. Sin teque se lograba buena voluntad hacia la marca.

    Aproveché al máximo el chance que me dieron en la tele berlinesa. Asistí cada día en sus enormes instalaciones a reuniones de planificación, ensayos y grabaciones. Sostuve interesantes y a veces largas conversaciones con ejecutivos, colaboradores, guionistas y directores de todo tipo de programas. (1)


LA CAZUELA DE COLORES
    Un fabuloso variety show que por entonces causaba sensación era “Ein Kessel Buntes”. En Cuba se pasaron, grabados, algunos de sus programas y yo los había disfrutado con la boca abierta por el asombro y babeando de envidia. Se emitía desde Berlín en directo para casi toda Europa del Este. En él no sólo se presentaban primeras atracciones mundiales del momento (Boney M, Tom Jones, Adamo, Mireille Mathieu, Caterina Valente, Gilbert Becaud, ABBA...) sino que se escenificaban sketchs humorísticos en los que se criticaban los aspectos negativos del socialismo. Por cierto, estos fragmentos se eliminaban en 23 y M de la copia que se transmitía en Cuba. No fuera a ser que… ¿tú me entiendes, no? (2)

   Me pegué como una lapa al director de “Ein Kessel…”. Era un hombre amable, una especie de Manolo Rifat alemán, que me acogió muy cálidamente. Cuando le hice saber que yo en La Habana había dirigido durante tres años un musical estelar en horario prime time (“Juntos a las 9”), lo que iba a ser una simple entrevista con él dio paso a una invitación para que lo siguiera de cerca durante dos semanas, en las actividades finales de preparación de su próximo programa, incluyendo los ensayos parciales y generales y la transmisión en vivo desde el famoso teatro Friedrichstadt-Palast. Le caí bien y me permitió compartir una jornada completa con él y su familia, en su chalet de los alrededores de Berlín, junto a un bosque helado que se veía a través de las paredes acristaladas. Yo alucinaba. El gallo, militante del partido con opiniones abiertamente comunistas, vivía como un pachá haciendo un show que incluía sátiras por las que en Cuba le hubiesen enviado de castigo a Guanahacabibes.
    Por supuesto en aquel socialismo había algunos temas tabú. Por ejemplo: nada de chistecitos con la Stassi, la seguridad del estado. Pero eso era normal, formaba parte de las reglas del juego. A nadie se le ocurriría en una televisión capitalista criticar al producto que patrocina el programa.

EL HUÉSPED ILUSTRE Y EL HOMBRECITO DE ARENA
    Comparada con Cuba, la RDA estaba muy alante, pero muy alante. En muchas cosas pero yo me voy a limitar a hablar de la tele.

     Los alemanes del este, por lo menos los que conocí, sentían una gran simpatía por el Chile sometido entonces a la dictadura de Augusto Pinochet y su pandilla. Berlín estaba lleno de exiliados chilenos, adonde quiera que uno iba se los encontraba. Gracias a una intensa campaña internacional a favor de la liberación de los presos políticos, 200 de éstos fueron liberados. El más renombrado fue Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista de Chile por más de tres décadas, que había pasado más de tres años encerrado en las cárceles y campos de concentración del régimen militar.
Honecker y Corvalán
    Corvalán disfrutaba de una extraordinaria popularidad en la Alemania Oriental. En diciembre del 76, a poco de salir de Chile, decidió viajar a Berlín para agradecer en persona la solidaridad recibida.
    La ciudad se vistió de fiesta aquella tarde de su recibimiento y miles de berlineses se arremolinaron en las calles, desafiando a un tremendo frío, para ver pasar el auto en que Corvalán y Erich Honecker saludaban a la multitud. La DDR Fernsehen, en gran despliegue técnico, transmitió todo el recorrido y el acto oficial que se celebró en un gran auditorio repleto en el que el visitante estaba acompañado de toda la cúpula gobernante. Discursearon el huésped y su anfitrión. Todo muy solemne, todo muy importante.
    Pues a las 19:00 en punto, la transmisión televisiva fue interrumpida durante varios minutos porque a esa hora tenía que salir al aire, como todos los días, el duendecillo Sandmännchen, el muñequito que recordaba a los niños que ya era hora de irse a dormir.

Sandmännchen
    Cuando, atónito, pregunté por qué cortaban un discurso del uno en una actividad política de primer nivel para meter al Hombrecito de Arena, me contestaron que los niños lo esperaban a esa hora y eso era sagrado.
   Me puse a imaginar qué hubiera pasado si a alguien en mi cubita bella se le hubiera pasado por la cabeza cortar un acto del caballo para transmitir la cancioncita de nuestra entrañable pero inútil Calabacita. Sin lugar a dudas, en la RDA estaban veinte pueblos más alante que nosotros en el camino hacia el socialismo real.

EN PUNTO SIGNIFICA EN PUNTO

    Y otra historia más que, a mi modo de ver, muestra el respeto de aquella televisión por sí misma y por su público. Los horarios se cumplían a rajatabla. Sin inventos ni justificaciones. Mil veces me senté frente al televisor esperando que fallaran y nunca ocurrió. Cuando terminaba el espacio anterior, aparecía en pantalla un cronómetro en el que se iban mostrando los segundos que faltaban –habitualmente 20 ó 30- para que comenzara el siguiente. Cuando la manecilla del segundero llegaba a las 12 en punto, desaparecía el reloj y arrancaba el programa.

DE VUELTA A CASA
    Tras tres meses de vivir –en estado de gracia- en un país donde la televisión se cuidaba al máximo y se usaba inteligentemente, regresé a La Habana con las pilas recargadas de ilusión, dispuesto a desvelarle a mis compañeros y jefes la fórmula mágica que había aprendido y visto funcionar.

    No más llegar, me puse a redactar cuidadosamente un documento de tropecientas páginas con mis experiencias: las estructuras de organización de los germanos, los sistemas que aplicaban, las cosas que podríamos aprovechar de ellos, sus conceptos, etc.
    Mi memoria del viaje incluía una oferta del productor ejecutivo más valorado allá para ofrecer en La Habana, sin cobrar, un curso de formación de productores. Y una proposición de ampliar de dos a seis meses la estancia gratuita en Berlín de los cubanos que el ICRT les enviara en el futuro para entrenarlos.
    Solicité una entrevista con el director general de TV Cubana y no me la concedió. Su secretaria argumentó que estaba muy ocupado. Me recibió el subdirector, un burócrata gordito de apellido González que mis compañeros de la tele seguro recuerdan. Cuando empecé a descargarle mi entusiasmo, casi no me dejó hablar:
    -- Déjame el informe, lo leo y te llamaré.
    Semanas después, al ver que no me citaba, me le colé en su oficina.
    -- ¿Has leído mi dossier?
    -- La verdad es que he tenido poco tiempo pero sí, le tiré un vistazo.
    -- ¿Y qué te ha parecido?
    -- Interesante pero eso que tú planteas, esa forma de trabajar que tienen en la RDA, no se puede aplicar aquí.
    -- ¿Y por qué?
    Y entonces el tipo me arrojó a la cara, imperturbable y sobrado, una de las respuestas más irracionales que escuché nunca:
    -- Porque los alemanes son alemanes y nosotros no. Nosotros somos cubanos.
    Salí de su despacho pensando “¡Qué clase de comemierda!”, “¿Cómo se puede vivir tan derrotado, tan domesticado?”, “¿Tipos como éste son los que van a construir el socialismo en Cuba?”


LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
    Para mí, el viaje a Alemania resultó una extraordinaria aventura vital y profesional. Me abrió la mente. Me enseñó que había luz al final del túnel. Me demostró que otra vía era no sólo posible sino factible. Le saqué provecho. Sin él no hubiesen sido posibles mis Guzmanes del 78, 79 y 80. Tres goles que les metí a los demoledores que reaccionaron, echaron mano de sus compinches y crearon una insostenible situación de acoso y derribo para que me tuviera que ir del concurso. Pero no nos desviemos; ésa es otra historia jugosa que prometo contar en este blog.
    Para el ICRT como organismo, mandarme a la RDA fue una acción improductiva ya que no aplicó ni una sola de mis recomendaciones y sugerencias. Ni las analizó siquiera. Creo firmemente que ningún jefe se leyó entero mi documento. Pero a mis sociales que se interesaron, que no fueron pocos, me pasé meses relatándoles mis impresiones. Y mis enamoramientos. Contándoles que al otro lado del Atlántico, más allá del muro, había un pequeño país socialista similar en extensión a Cuba, donde existía la televisión que yo soñaba.
    Años después, me enteré clandestinamente de que mi nombre se había manejado para ocupar una de las tres becas de estudios que la BBC le ofreció a la TV Cubana. Y también supe que un demoledor me objetó afirmando:

    -- Mejor que no vaya. Si Berlín lo trastocó, metiéndole ideas absurdas en la cabeza, imagínense qué pasaría si va a Londres.
    Por supuesto, no fui. Pero tampoco otro director. La invitación de la BBC se quedó en una gaveta. No les interesaba que nos superáramos. Nos querían tranquilitos, dóciles, controlados.

PUESTOS PARA ESO
    Hace mucho tiempo que estoy desvinculado de Televisión Cubana. En su faceta de distribuidora de imágenes, considero pasos positivos la apertura de nuevos canales, la consolidación de los telecentros regionales, la ampliación de horarios y el propósito de implantar, algún día, la señal digital. Como productora de programas, desconozco su realidad actual por dentro. Así que debo ser prudente al emitir una opinión. Pero los ramalazos que me llegan, indican que sigue cuesta abajo en su rodada. Que la enferma crónica que es desde hace décadas, ha entrado en fase agónica. Un viejo compañero que aún trabaja en la tele habanera y la sufre día a día, me escribe, jodedor: “Yin, no la han matado todavía pero están puestos en firme para eso”.

    La historia de los últimos veintipico años, le corresponde escribirla a los que han estado allí, batiéndose, en la candela. A creadores y técnicos que merecen admiración y consideración por su obra y por su persistente lucha contra los molinos de viento. Con el permiso de los que –a propósito- no menciono, quiero nombrar a dos de ellos: Rudy Mora y Orlando Cruzata.

    A veces, porque uno es masoquista, me asomo a ese canal internacional que llaman Cubavisión, anunciado con pomposidad como “la señal de Cuba hacia el mundo”. (4) Lleno de lemas triunfalistas, noticieros increíbles, documentales de fauna y flora hechos seguramente con buena intención pero cuyo efecto es somnífero, magazines más que previsibles -en los que a nadie se le ocurre ni de coña marcarse un Robertico Carcassés-, videoclips con mulatas alegres que enseñan sus nalguitas mientras bailan, musicales oscuros y tristes ¡¡¡grabados en los mismos estudios y con las mismas tarimas de toda la vida!!! y dramatizados que dan grima porque sus tramas y diálogos jamás han oído mencionar ni de lejos la palabra complejidad.
    Algunas perlas aparecen de vez en cuando en su pantalla, como oasis en un desierto, gracias a los esfuerzos de unos cuantos artistas talentosos, en quijotesca batalla contra las dificultades materiales y las reglas impuestas por los neodemoledores del siglo XXI. No les conozco personalmente pero simpatizo con lo que hacen. Hay que saludarles, mandarles un abrazo, darle ánimos. ¡Guapo ahí, mi socio! Recuerda que David venció a Goliat. No sé si ellos son el futuro pero por lo menos son el presente que intenta dignificar a nuestra amada tele y eso ya es mucho con demasiado.

LA BBC, LA SOLIDEZ
    En los años que llevo viviendo en España, he tenido la oportunidad de leer bastante material sobre el funcionamiento de la BBC, organismo de la radiotelevisión pública del Reino Unido, autónomo donde los haya. Y he visto muchos de sus productos. Me gustaría referirme a algunas de sus producciones de ficción.

    Por ejemplo, “The Thick of It”, una serie cómica creada por Armando Iannucci en la que, utilizando la sátira más ácida, se ríen abiertamente del gobierno británico. Ha dado pie a una versión norteamericana titulada “Veep”, en la que disparan con munición gorda contra una vicepresidenta de USA y su equipo de asesores.
    Otra destacable es “Twenty Twelve”, en la que el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 es presentado como una sarta de inútiles. Lo curioso es que su primer capítulo se transmitió cuando faltaban 500 días para la Olimpiada y el último fue al aire tres días antes de la ceremonia inaugural. Los ingleses riéndose de sí mismos, sin recato alguno y en ocasión de algo tan importante para el prestigio del país como los JJOO.
    Últimamente, tras la buena impresión que me causó la versión yanqui de “House of Cards”, decidí ir en busca de la serie inglesa original en que se basa. En sus doce capítulos reciben abundante leña el primer ministro y su gabinete, la clase política, los medios de comunicación, la seguridad del estado y hasta la familia real.

ALGO HUELE BIEN EN DINAMARCA
    Desde hace años, el mundo televisivo internacional anda impactado con las series producidas por la Danmarks Radio (DR), el organismo estatal de televisión de Dinamarca. Obras que se analizan por especialistas en los congresos, arrasan en las entregas de premios, son motivo de sesudos análisis en la prensa y se disfrutan en los salones de estar de decenas de países. Los daneses han elevado el listón de la calidad en la ficción a una altura en la que nunca antes ha estado en país alguno.

    Aunque ya habían presentado credenciales con “Livvagterne” (“Los guardaespaldas”) y “Klovn” (“Payaso”), el cañonazo que llamó la atención a nivel internacional fue “Forbrydelsen” (“Crimen”), la primera serie extranjera que la BBC se atrevió a transmitir en idioma original con subtítulos en inglés, a pesar de que los televidentes británicos están acostumbrados al doblaje. En televisión en abierto, alcanzó altísimos niveles de audiencia. En formato doméstico, se mantuvo doce semanas como el DVD más vendido en el Reino Unido. Los americanos compraron los derechos e hicieron un remake descafeinado llamado “The killing” que no le llega ni a la suela del zapato a su modelo. He leído en alguna parte que “Forbrydelsen” –ya finalizada después de tres temporadas- es la mejor serie de todos los tiempos. No quiero ser tan rotundo pero si no lo es, anda por ahí cerquita.
    Después han llegado “Bron-Broen” (“El puente”), un policíaco coproducido con otra que bien baila: la televisión pública sueca. Tan correctamente escrito y realizado que da ganas de gritar ¡Coño! ante la pantalla. Poco que ver con su versión americana “The bridge”.
 

    “Borgen” (“Castillo”) es una especie de “El ala oeste de la Casa Blanca” pero al duro y sin guante, sin pelos en la lengua. En ella se aborda sin paliativos la vida privada y política de una primera ministra danesa, mostrando toda la inmundicia y las intrigas que suelen existir en el interior de la lucha por el poder. Y eso filmado y transmitido en un momento en que una mujer ocupaba el cargo en la vida real.
    Si no las ha visto, se las recomiendo. Son ejemplos de lo que la televisión puede hacer si cae en las buenas manos de gente inquieta y creativa. (3)
   A quienes les gusta llevar carta les informo que Dinamarca es la mitad de Cuba en tamaño y en población. Y también que, a estas alturas de la construcción del socialismo, ya deberíamos estar vacilando la misma calidad de vida de los daneses. Tal y como nos prometieron en 1959.

EL AÑEJO DISCURSO QUE SALE Y ENTRA EN LA GAVETA
    Pasaron 14 años desde la fecha de su estreno para que a “Fresa y chocolate”, el filme cubano más reconocido en el mundo, se le quitara la censura y se exhibiera en televisión. Eso sí, se hizo de tapadillo, por un canal alternativo y frente a la todopoderosa “La película del sábado”.

    Hubo que esperar hasta 2006 para que una novela realizada en Cuba –“La cara oculta de la luna”- mostrara, a través de uno de sus protagonistas, algunas situaciones de la problemática de un bisexual en nuestra isla. El hecho desató una polémica que sacudió a una sociedad aún machista y llena de prejuicios como la nuestra. En un reportaje de aquellos días, vi a una señora quejándose y afirmando que "esas cosas no deben ponerse por televisión". En una entrevista le preguntaban al actor si no temía que el público lo identificara con el personaje. Y todo ello en el siglo XXI, por Dios.
    ¿Tendríamos como pueblo esos recelos, se hubieran mantenido esos convencionalismos medievales si una historia así hubiese aparecido por primera vez en 1965? ¿No hubiéramos mejorado como sociedad si, a lo largo de los años y de manera habitual, otros programas dramáticos hubieran presentado toda una serie de caracteres y argumentos que abordaran de verdad, en profundidad y sin estereotipos, nuestros problemas como nación y como personas?
    De eso se discute una y otra vez en las asambleas de TV Cubana y en las jornadas teóricas de los festivales televisivos organizados por la Unión de Escritores y Artistas y el ICRT. Allí, en reuniones, coloquios y debates, se alzan voces. Las caras no son las mismas pero lo que se dice ahora es idéntico a lo que se decía en el 67, en el 75, en los 80 y 90.
    En el pasado septiembre, en un encuentro de la Asociación Hermanos Saiz en saludo al Festival 2013 de la TV, se planteó que hay que mejorar la tele porque presenta muchas deficiencias, no cumple su papel social y tararí tarará. Entonces, como si hubiese llegado ayer de Júpiter, ajeno a cualquier responsabilidad, intervino un sujeto que por años ha cortado el bacalao en la cultura cubana. Tuvo el descaro de soltar el mismo añejo discurso que duerme en una gaveta desde hace 50 años. Ése que remata sugiriendo –y cito textualmente- “la creación de un grupo de trabajo multidisciplinario que diagnostique la situación y, en función de las deficiencias identificadas, formule propuestas concretas”. Lo soltó y se quedó tan pancho.


TEORIA Y PRÁCTICA
    La televisión, por sí sola, no resuelve problemas. Pero es el medio de influencia más poderoso que se ha inventado y puede contribuir, si se usa correctamente, a crear estados de opinión que ayuden a resolverlos. Está muy bien discutir la teoría. Pero, ¿y la práctica qué?

    ¿Para cuándo nuestra “Borgen”? ¿Para cuándo una telenovela cubana en la que se le entre con la manga al codo y el bisturí afilado a las diferencias sociales entre los que han tenido la sartén por el mango y los jodidos de siempre?
    Les regalo esta idea: el protagonista podría ser un comandante, un ministro, un jefazo del sector de las divisas (uno actual, no vale un ex ya siquitrillado) y se mostraría su modo de vida, sus casas, sus queridas, sus chanchullos, etc. Y también su faceta de buena gente: cómo adora a sus perros, cómo le resuelve un fasten al hijo de su vecino, cómo llora ante la tumba de su abuela que le crió y a la que no le pudieron salvar la vida en el CIMEQ. Desde el punto de vista dramatúrgico y social, ése es un personaje mucho más rico e interesante para desarrollar que, por ejemplo, ese luchador visto en las dramatizados criollos, que vive en un solar y vende cosas robadas de los almacenes estatales. ¿Cuándo veremos esa serie que planteo y que se podría titular “Mayimbe" o algo por el estilo? ¿En qué momento se abandonará el alegato especulativo en circuito cerrado, las descargas en foros de la UNEAC, y se pasará de la niñez a los asuntos? ¿Quién le pone el cascabel al gato?

¿POR QUÉ ELLOS SÍ Y NOSOTROS NO?
    Actualmente la británica BBC, la DR de Copenhague y la sueca Sveriges Television y en su día la Fernsehen der DDR, son ejemplos de que se puede hacer una televisión pública de alta calidad desde organismos con financiación estatal. Entonces, ¿por qué la TV Cubana no la hace? Por talento no es. Los cubanos hemos demostrado que somos tan tan como el mejor, si se nos dan las circunstancias y condiciones necesarias. Y en ocasiones sin ellas.

    La conclusión más obvia es que desde los años 60 se instrumentó una política errónea, basada en la dependencia más absoluta a las directrices gubernamentales, se subvaloró al medio utilizándolo como simple correa de transmisión de la propaganda más elemental, se potenció la censura más inflexible y se menospreció al pueblo cubano -su audiencia natural–, creyéndolo incapaz de asimilar una televisión que reflejara no sólo los valores de nuestra cultura sino además un enfoque crítico que, planteando valientemente problemas y situaciones reales, contribuyera a remover conciencias y con ello a mejorar nuestra sociedad.

PARÉNTESIS NECESARIO
    Hablemos un momento, como profesionales, de los mecanismos de la publicidad en televisión.

Enrique Santiesteban
    En la tele cubana de antes, el patrocinador aprovechaba el interés causado por el programa en el espectador para vender su producto. Aunque teníamos agencias de nivel mundial en creatividad, no siempre los anuncios eran agradables. Recuerdo las monólogos –verdaderas monsergas intragables- de Enrique Santiesteban alabando los cigarros Partagás cada jueves y los sermones de Gaspar Pumarejo sobre las bondades de las galletas Gilda y los dulces Felices. Verdaderos ejemplos de teque capitalista. Los mensajes publicitarios, fueran gratos, anodinos o fastidiosos, formaban parte del juego y al televidente no le quedaba más remedio que aceptarlos porque sabía que detrás de ellos había un sponsor y gracias a él podía disfrutar de las actuaciones de Maurice Chevalier, Lucho Gatica o Benny Moré. Después, si compraba el producto o no, eran otros cinco pesos.
    Cambió el sistema y el gobierno revolucionario se convirtió en patrocinador único de todos los programas. Y como costeaba “Grandes novelas”, “Viernes de gala”, “Palmas y cañas” y cuanto espacio había, aprovechó la televisión que ahora era suya para vender su producto, en este caso ideología. Y el televidente tuvo que tragarse los nuevos anuncios si quería disfrutar de Verónica Lynn, Los Compadres, Arredondo o Van Van.
    Yo mismo incorporé temas políticos, apoyos a campañas, divulgación de actividades, etc. en “En vivo”, “Juntos a las 9” y “Joven Joven”. Otros directores y guionistas lo hicieron también y no sólo en musicales. Demostramos que era posible obviar el teque puro y duro y colar la propaganda del que pagaba sin que el programa se resintiese mucho. No resultaba demasiado difícil, sólo era cuestión de echarle un poco de ingenio. Lo más complicado era batallar con el dirigente demoledor de turno que desconfiaba de los mensajes subliminales o indirectos y temía que le llamaran la atención desde el cielo.

LA PALOMA METÍA LA PATA, METÍA LA PATA
    Quienes han manejado la televisión en Cuba desde 1959, se equivocaron cual la paloma de la canción.
    Los jaboneros porque no supieron aprovechar aquellos primeros años, que fueron su momento de demostrar que no bastaba con eliminar el palo ensebado y dejar de reirse de los guajiros. Que había que ir mucho más allá.

    Los demoledores y sus orientadores, porque actuaron con la visión de un burro con orejeras. Apostaron a que la propaganda en todos los medios se dirigiera sólamente a resaltar lo buenos que éramos nosotros y lo hijoeputas que eran los imperialistas y sus secuaces. Así, sin matices ni blandenguerías. Nosotros ayudábamos a la liberación de los pueblos oprimidos y nos quitábamos de la libreta una libra de azúcar para mandarla a los damnificados del terremoto de Chile. Y los del otro lado eran malos malosos las 24 horas. Así, las pantallas se llenaron de consignas, banderitas ondeando y relatos de gestas heroicas y no dejaron espacio para otros aspectos importantes.
    Pero una revolución, si es profunda y verdadera, se hace para combatir también a otros malvados. A los que viven dentro de las mentes: los prejuicios, la intolerancia, el racismo, el machismo, la cerrazón ante lo nuevo, la crueldad, la chusmería, la falta de respeto a la diversidad, la indiferencia ante el dolor ajeno, el chismorreo, etc. Y esas lacras, producto de siglos de educación equivocada, estaban ahí. Y había que pelear contra ellas y derrotarlas si queríamos construir el famoso "hombre nuevo". Es cierto que algo se hizo pero no me negarán que fue poco y suavecito.
    Desaprovecharon la magnífica ocasión que el poder absoluto proporciona y se les fue el tren. Ellos, que tanto presumían de machos valientes, se portaron como cobardes. Le cogieron pánico a convertir la pantalla del televisor en un espejo donde los cubanos, nos viéramos reflejados tal y como éramos, abarrotados de defectos y demonios que venían de muy atrás.

LOS NUEVOS QUIJOTES
    Hoy en día, en la situación de futuro incierto en que vive nuestro país, se abren dos escenarios para su tele, cualquiera de los dos nefastos tirando para pésimo.
    Opción A: Que siga el socialismo pero más atenuado, con algún destello de capitalismo. Si siguen mandando los que se llaman revolucionarios o sus herederos, lo más probable es que el cuartico siga igualito. Nada hace pensar que los demoledores vayan a cambiar.
    Opción B: Si llega lo que algunos pronostican y vuelve el capitalismo -esta vez en su versión salvaje que es la que impera en el mundo actual-, lo más lógico es pensar que los canales cubanos caerán en manos de las grandes cadenas internacionales que controlan el negocio audiovisual como una forma de obtener beneficios. Y lo que en La Habana hoy se mira de guillestein, utilizando clandestinamente antenas, dvds y memorias, se verá libremente y en abierto. Habrá llegado el triste momento en que la peor televisión inundará los hogares de la isla de reality shows, culebrones, mal gusto, chabacanería, videncia, chismografía y sensacionalismo.

    En cualquiera de las dos variantes, al pasear por La Rampa, nos detendremos a mirar el edificio de 23 y M y nos lamentaremos:
    -- ¡Qué buena, qué maravillosa oportunidad nos malograron, cará!

    Pero, tranquilos. Ya que no se pudo hacer de forma general, nos queda la esperanza de lo puntual, de lo particular. Siempre habrá jóvenes -y no tan jóvenes- que se romperán el coco y hallarán ideas interesantes, las plasmarán en proyectos valiosos y lucharán hasta sacarlos adelante. Siempre habrá creadores que, colándose por los intersticios de un sistema creado para vendernos productos a través de la telebasura, lograrán burlar interferencias y trabas y conseguirán producir los grandes momentos de la historia de nuestra televisión que están por llegar. 
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N  O  T  A  S
(1)  Cuando arribó la primera unidad a color de control remoto a TV Cubana, a algún dirigente demoledor -valga la redundancia- debe habérsele ocurrido, a lo mejor con buena intención, la idea de capacitar al personal creativo en eso de la moderna televisión que trascendía al blanco y negro. Y se estableció un convenio de colaboración con la DDR Fernsehen por el cual se nos dio la oportunidad de entrenarnos en Berlín Oriental, en parejas y por períodos de dos meses.
  Mi compañera fue la directora Lidia Sánchez. Ella y yo pudimos ampliar nuestra estancia porque coincidimos con las vacaciones de Navidad de 1976 y la tele de la RDA, aunque seguía transmitiendo, cerraba sus instalaciones del 22 de diciembre al 7 de enero. Así que nos concedieron un mes más para compensar el tiempo perdido.
  Antes de nosotros habían estado los escenógrafos Víctor Marzo y Julio Vega. Y después estuvieron los directores Luis Figueredo y Pinelito.

Ginori a menos 10 grados. Berlín, enero 1977.
    En La Habana me dijeron:
-- Vas a Europa a pasar un curso de televisión a color.
  Lo más gracioso de todo me ocurrió cuando llegué y un alemán del departamento de capacitación me preguntó cúales eran mis intereses.
  -- Bueno, yo vine a estudiar color.
  Y el tipo me dijo que para eso no hacía falta viaje tan largo. Que todo lo que un director debía aprender del color, se despachaba en una mañana. Que ellos me ofrecían conformar un plan personalizado a mi medida, enseñándome lo que yo quisiera.

  -- Pues quiero estudiarlo todo.
  Me sugirieron un intensivo en el que yo conociera de cerca primero su organización como productora, con entrevistas y sesiones de trabajo con responsables y empleados de vestuario, escenografía, utilería y demás departamentos. Y más tarde entraría en planificación y dirección de programas, incluyendo encuentros con creadores, asistencia a reuniones de trabajo, ensayos, etc. Vi las puertas del cielo abiertas.
  Por cierto, la tele de la RDA ofrecía gratuitamente esos programas de capacitación para personal de países socialistas del tercer mundo. Allí coincidí con creadores de Vietnam del Norte y Yemen del Sur. Éstos se pasaban seis meses en Berlín y no dos como los cubanos. Cuando pregunté la razón de esto, el alemán que nos atendía me dijo que el funcionario del ICRT que había viajado para firmar el convenio de colaboración con ellos, se opuso a que los cubanos estuviéramos seis meses, afirmando que dos eran suficientes. ¿Pensaría que íbamos a desertar, pidiendo asilo junto al reloj de Alexanderplatz? 

(2)  “Ein Kessel Buntes” (en castellano “Una cazuela de colores”) se transmitió 113 veces, desde 1972 hasta 1992. Está considerado uno de los mejores programas de la historia de la televisión mundial.
  El Fernsehballett (Ballet de la Televisión de la RDA) era una de las grandes atracciones del programa por la calidad de sus coreografías, la precisión de sus ejecuciones y su espectacular vestuario, confeccionado especialmente para cada emisión y nunca repetido. Sus solistas Emoke Postenyi y Susan Baker eran ídolos en la Alemania del Este de los años 70.
                                                              El Fernsehballett, orgullo de la RDA.
Ein Kessel Buntes - Fernsehballett (youtube)  
Ein Kessel Buntes - Fernsehballett con el checo Jiri Korn (youtube) 
Ein Kessel Buntes - Boney M en Daddy Cool (youtube) 
Ein Kessel Buntes - ABBA en Waterloo, Honey Honey, So Long (youtube)

(3)  ¿Es usted responsable del departamento de dramatizados de la TV Cubana? ¿Trabaja allí como asesor dramatúrgico, escritor, director, intérprete o miembro de un equipo creativo? Pues, le recomiendo que no se pierda las series danesas "Forbrydelsen", "Bron-Broen" y "Borgen", las inglesas "The village" y "Last tango in Halifax", la francesa "Les revenants", la española "Pulseras rojas", las americanas "The wire" y "Treme" y la australiana "The slap". Un amigo o familiar que viva en el extranjero se las puede enviar ya que no son difíciles de conseguir en DVD. Incluso, desde Cuba, con una conexión decente (no necesariamente potente), se pueden descargar gratis de Internet y con subtítulos en castellano.

    No se preocupe. No estoy tratando de que usted acceda a peligrosos materiales contrarrevolucionarios que le puedan buscar problemas con las autoridades. 
  Como profesional de la televisión que usted es, tíreles un visionado a conciencia, analícelas con calma, repáselas las veces que sea necesario, divúlguelas entre sus compañeros y discútalas a fondo y en detalle con ellos, cójales bien el compás y, por supuesto, disfrútelas. Si, al hacer todo eso usted no sufre un shock, sus neuronas no se estremecen, si no se replantea su modo de concebir su trabajo, si no siente la necesidad de enfrentarse a los que dicen que en Cuba no se pueden hacer seriados de ese calibre por esta razón o por aquella excusa, porque las condiciones no están creadas o por las dificultades materiales, etc. entonces, mi estimado amigo, discúlpeme que se lo diga: usted es de palo y debe dedicarse a otra cosa. 

(4)  Si desea ver Cubavisión Internacional en directo, pulse aquí:
Cubavisión Internacional en directo (en cubaportal.org)
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Como complementos a este escrito, les invito a leer las entradas siguientes, ambas publicadas en este blog el 28 de julio de 2013:
El blog de Pedraza Ginori - Asamblea en Televisión Cubana (Primera Parte)

 El blog de Pedraza Ginori - Asamblea en Televisión Cubana (Segunda Parte)

PLUS FOTOGRÁFICO

La directora Loly Buján con algunos intérpretes de "Madame Bovary", de Gustave Flaubert,
presentada en el espacio "Grandes Novelas" del Canal 6 de TV Cubana.
De izquierda a derecha, de pie: José Núñez Sariol, Carlos Paulín, Ángel Toraño, Loly Buján, 
Margarita Balboa y José Corrales.
Agachados: Actor sin identificar, Pilín Vallejo y Carmen Pujols. 


Grupo creativo que participó en la realización de "Madame Bovary" en "Grandes Novelas". 
De izquierda a derecha, de pie: Yaki Ortega (camarógrafo), Alberto Carrasco (auxiliar de audio), Compañero sin identificar, Juan Ramón Bacallao (diseñador de luces), Radillo (operador de audio), Eduardo (auxiliar de luces), Loly Buján (directora), Luciano Mesa (operador de video), Juan Ramón González Ramos “Tatica” (locutor), Aníbal Delgado Viera (auxiliar de estudio) y Rolando Gómez (musicalizador).
Agachados: Compañero sin identificar, Arnaldo Estrada (auxiliar de audio), Juanito Fernández (coordinador) y Evelio Serrano (camarógrafo).

Estudio 19 del Focsa durante el ensayo de "La gaviota", de Anton Chejov,
presentada en "Teatro ICRT" el 15 de enero de 1978.
Sentados, la directora Loly Buján, el responsable de calidad de imagen 
Ángel "El Caballo" Castellanos y el auxiliar de audio Atanasio. 
De pie, el camarógrafo Heriberto Rodríguez.
Anécdota curiosa: A partir de la rotura del grueso vidrio que se ve a la izquierda, 

el audio del plató se colaba en la cabina y viceversa. Técnicamente era un desastre.
El demoledor al que le tocaba resolver el problema dijo que, por el momento, 
no se podía sustituir el cristal por otro. La solución que se le ocurrió fue tapar el hueco 
con un parche de artístico diseño estilo "viene un ciclón", realizado con tiras de papel precinta. 
Así estuvo muchísimo tiempo.

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LES INVITO A LEER LAS SIGUIENTES PIEZAS DE MI BLOG.
ÉSTOS SON SUS ENLACES:



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 La empresa norteamericana Create Space / Amazon ha publicado,
en formato papel, mis dos libros "Pedraza Ginori Memorias Cubanas".
Sus páginas son un compendio de mis experiencias y mis circunstancias, vividas en el mundo de la televisión, los espectáculos, la creación musical,

la radio, la publicidad y la prensa.
Los dos volúmenes recogen, en clave autobiográfica, sucesos, “batallitas”, semblanzas, anécdotas y reflexiones personales.
El Libro 1, “Eugenito quiere televisión”, tiene 342 páginas. 

El Libro 2, "Quietecito no va conmigo", 362 páginas.
Ambos están a la venta en las webs
 www.createspace.com  www.amazon.com  www.amazon.es

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2 comentarios:

  1. Excelentemente Sólido, Demoledor, Veraz...OVACIÓN para tí, YÍN !!!
    Jaime Almirall-Suárez.

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    1. Saludos para quien fuera productor de uno de los programas que en Cuba yo escribía, el amigo Jaime Almiral-Suarez. Y para Pedraza Ginori. que me reuní en una oportunidad en Cuba, llevado por el amigo de todos Hector Fraga, con la intención de que escribiera un sketch para el programa JUNTOS A LAS 9. Como no había presupuesto para el mismo, la cosa no pasó del intento. Saludos: Escritor Modesto Reyes Canto.

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